miércoles, 1 de junio de 2011

El miedo nuclear invade Alemania... la crisis energética inicia su camino en Europa

Alemania: ‘apagón nuclear’ para el 2022

El país europeo cerrará todas sus centrales para dicho año. La decisión podría encontrar una fuerte oposición de las compañías eléctricas.

Alemania quiere cerrar todos sus reactores nucleares para el 2022. Así lo informó hoy la coalición de Gobierno de la canciller Angela Merkel, en un rápido giro en la política energética del país después del desastre de la central japonesa de Fukushima.

Además, se planea recortar el uso de energía en un 10% para el 2020. Merkel tendría dificultades en presentar el plan como otra cosa que no se una derrota política ante los socialdemócratas y los Verdes, quienes están en plena resurrección.

Esta decisión, la más drástica de un país industrializado luego del desastre en Japón, podría encontrar una fuerte oposición de las compañías eléctricas.

Hace solo nueve meses, Merkel anunció una impopular extensión de la vida útil de varias centrales nucleares por un promedio de 12 años. Sin embargo, en marzo, tras el terremoto y el tsunami en Japón, dio marcha atrás y puso la totalidad de la estrategia energética de Alemania bajo revisión.

Nuestro sistema energético puede y debe cambiar en forma fundamental. Queremos que la electricidad del futuro sea más segura y, al mismo tiempo, confiable y económica”, dijo Merkel.

 Fuente: Perú 21


Vídeo que muestra el tema nuclear en Alemania

La oposición critica el plan de Merkel por ser "poco concreto" pues deja incógnitas sobre la subida del precio de la energía o la falta de suministro

Tras varios días de reuniones, el Gobierno de Angela Merkel anunciaba en la madrugada de ayer que adelantará el apagón nuclear definitivo al 2022. Una decisión histórica por parte de la coalición cristianodemócrata y liberal, con la que la canciller echa por tierra la ley que aprobó el otoño pasado, para prorrogar la vida útil de las 17 plantas del país una media de 14 años, y retoma los mismos plazos que acordara el Ejecutivo rojiverde de Schröeder en 2001. 

"Tenemos que diseñar una nueva arquitectura energética", clamó ayer Merkel, quien explicó que la primera de las medidas es no volver a poner en funcionamiento las ocho centrales atómicas (las siete más antiguas, construidas antes de 1980, así como la de Krümmel, considerada de riesgo desde 2007) que fueron desconectadas de forma provisional tras la catástrofe de Fukushima. De los nueve reactores restantes, todos serán apagados en 2021 menos los tres más modernos, que seguirán operativos un año más por si surgieran problemas con el suministro. Además, la Oficina Federal de Seguridad Nuclear deberá escoger uno de los ocho más antiguos para que pueda funcionar hasta 2013 para casos de emergencia. Son las "reservas de seguridad", como las definió el ministro alemán de Medio Ambiente, Norbert Röttgen, y que costarán al Gobierno germano unos 50 millones de euros anuales de manutención.
 "[La decisión] es un gran reto para Alemania, que ofrecerá muchas oportunidades a las nuevas generaciones", insistía la mandataria germana, que hasta la fecha era una de las pronucleares por excelencia. El giro de opinión radical de la canciller sólo se explica debido a la presión ciudadana, que exige desde hace meses el apagón nuclear, definitivo e inmediato, y que incluso le castigó por sus anteriores decisiones en las urnas de varios comicios regionales. Aún más, ahora la coalición capitaneada por Merkel apostará de lleno por las renovables, al aumentar la proporción de energía limpia del actual 17% a un 35% en 2020, y reducir las emisiones de gases contaminantes en un 40%. 

Reducción de ingresos

 Para financiar el desarrollo acelerado de las renovables, el Ejecutivo decidió mantener la tasa a los consorcios energéticos, el llamado impuesto para la combustión de elementos, que contemplaba el plan presupuestario de la canciller. Eso sí, al retirar ocho de las centrales, los 2.300 millones de euros anuales de beneficios para las arcas de aquí a 2016 se quedarán en unos 1.300.

Estos aspectos del viraje energético alemán se basan en el informe que presentó ayer la Comisión Ética para lo nuclear, un comité de expertos independientes que designó el Gobierno después del accidente de Japón.

Sin embargo, al plan de Merkel le queda un largo camino por recorrer. Primero, la coalición tendrá que darle forma legal durante el Consejo de ministros del próximo 6 de junio. Posteriormente el Bundestag daría el visto bueno y en última instancia el Bundesrat decidirá por votación si aprueba o no el proyecto de ley. Dado que el Gobierno no tiene mayoría en la Cámara alta, presentó ayer su decisión a los partidos de la oposición. Los líderes socialdemócratas y verdes se muestran recelosos.

El presidente del SPD, Sigmar Gabriel, cuestiona la idea de mantener algunos reactores como reserva, ya que "se trata de planteamientos que poco tienen que ver con la realidad técnica". No obstante, todo apunta a que los socialdemócratas podrían darle a Merkel un voto a favor. Los Verdes, por el contrario, prefieren no pronunciarse hasta que esté elaborado el proyecto de ley.

En la misma línea, la Asociación federal de centrales de Consumidores considera que el modelo deja muchas cuestiones sin aclarar. Por ejemplo, si se construirán nuevas centrales atómicas en otros lugares. El motivo es que Alemania seguirá rodeada por hasta 77 nucleares en sus países vecinos. Pese a que Merkel destacó que no importará energía de ningún país, existe un temor fundado a que el suministro sea insuficiente. No en vano, un 23% del abastecimiento energético total alemán procede de las nucleares, una cifra similar a la española.

 A ello hay que añadirle la incógnita de una posible subida de los precios de la energía en todo el país, como advirtió incluso uno de los presidentes de la Comisión ética, Klaus Töpfer, y de cómo se subsanarán las pérdidas millonarias del sector. Aunque el Ejecutivo prevé una compensación a los consorcios energéticos afectados por valor de hasta 500 millones de euros, tanto EnBW como Vattenfall y RWE criticaron la falta de información recibida.

Pero las críticas llegan también desde el extranjero. El ministro sueco de Medio Ambiente, Andreas Carlgren, criticó la decisión por basarse en un modelo de plazos. "Centrarse tanto en qué año [] hace que se corra el riesgo de perder lo esencial, es decir, cómo vamos a resolver el doble reto de reducir la energía nuclear y las emisiones", apuntó Carlgren, para quien el riesgo al que se enfrenta ahora Alemania es evitar la importación de combustibles fósiles de países como Francia. Mientras, desde el Foro de la Industria Nuclear Española creen que la decisión costará más de 33.000 millones de euros al sector. 

 Fuente: Publico es.com

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