domingo, 5 de junio de 2011

España un desierto inmobiliario...

Pueblos fantasma, la peor cara de España

Adrián Sack
Para LA NACION

Tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, decenas de barrios y ciudades enteras de todo el país permanecen sin habitantes

MADRID.- En Europa, las poblaciones fantasma suelen ser pequeños y antiguos pueblos agrícolas o costeros que perdieron a sus habitantes más jóvenes por la falta de trabajo.


En España, la situación es diferente... aunque no para mejor: la crisis económica sin precedente y el estallido de la burbuja inmobiliaria lograron que hoy decenas de barrios y ciudades enteras luzcan prácticamente desiertos, con casas construidas en épocas más prósperas deshabitadas, y calles, centros comerciales y estacionamientos donde rara vez se ven personas o vehículos.


Son manchas en el mapa, montones de bits perdidos, vacíos de contenido en sistemas cartográficos digitales como Google Earth y, por sobre todo, algo menos que sueños muertos para miles de frustrados aspirantes a propietarios en todo el país.


Al igual que la debacle económica, este paisaje de nuevas urbanizaciones precozmente envejecidas por el abandono y un futuro que nunca llegó no tiene un lugar preferente, más allá de que el llamado Levante ibérico -en especial la costa valenciana- se haya transformado en el arquetipo de los buenos tiempos idos, gracias a sus centenares de barrios periféricos con casas vacías y vaciadas por ladrones de cerramientos y grifería, y a sus pretenciosos pero fallidos proyectos de campos de golf, donde hoy sólo juegan las gaviotas.


La sensación de abandono y desolación es un triste patrimonio de todo el país. Toledo, Guadalajara, Murcia, La Coruña, Zaragoza: no hay punto cardinal donde la clase media española haya podido eludir la tentación de endeudarse por encima de sus posibilidades en los años que precedieron al estallido de la burbuja inmobiliaria, que comenzó a hacerse patente a fines de 2007.


"A la gente y a los pequeños empresarios los bancos les hicieron creer que podrían pagar hipotecas que excedían sus propios sueldos, y el principal argumento que usaban para convencerlos de endeudarse era que el precio de las propiedades, históricamente, siempre sube. Pero lo único que subió en estos últimos tres años fue el desempleo, y el nivel de estancamiento de la economía... y así quedaron muchos ahora, sin casa, sin tienda, sin hotel... aunque, eso sí, con deuda", dice a La Nacion Alfredo, un joven corredor inmobiliario que prefiere mantener su apellido en reserva y que no se sorprende ante la falta de estadísticas, lo que hoy no permite determinar con precisión el número de propiedades que nunca llegaron a ser habitadas o que debieron ser ejecutadas.


Sin embargo, la exposición problemática de los bancos y las cajas, según fuentes no oficiales, superaría ya los 250.000 millones de dólares, un número que ya no asombra a ningún especialista, si se tiene en cuenta que sólo el año paso se produjeron casi 180.000 ejecuciones hipotecarias por incapacidad de pago y que en España hay cuatro millones de personas que aún no cancelaron sus préstamos inmobiliarios.


Otra pista sobre la magnitud del fenómeno de la construcción excesiva que alimenta la aparición de las "ciudades fantasma" la aporta un importante documento de referencia en España, el Anuario Estadístico del Mercado Inmobiliario Español. De acuerdo con su última edición, en este país existen hoy 1,5 millones de viviendas en oferta, con una demanda que, en estos tiempos de nulo crecimiento económico, no supera las 280.000 viviendas al año. "Si considerásemos que las actuales condiciones del mercado permanecen constantes, ese desajuste entre oferta y demanda implica, implícitamente, que el tiempo necesario para la disolución del stock de viviendas en oferta será como mínimo de 6 años", explican los especialistas en el anuario.


No obstante, para el analista económico Luis Manuel Ontoso, la formación de ciudades y barrios fantasma "no va a prosperar" más allá del avanzado punto que alcanzaron hoy.


"Por más que sean hoy el monumento a la burbuja inmobiliaria que ahora lamentamos, y la reactivación económica no sea sensible aún, lo más probable es que esas casas sean revendidas por los propios bancos que las ejecutaron, pero a un precio mucho más bajo y ajustado a la realidad del escaso poder adquisitivo de la gente", afirma.


En este sentido, para Ontoso, el problema mayor lo afrontan hoy los bancos. "Ellos dilapidaron su imagen, porque la gente no les cree más. No por nada fueron uno de los blancos favoritos de los «indignados»", dice el especialista acerca de los "malos de la película".


De una película que, a pesar de su desoladora trama actual, en la opinión del analista aún mantiene la puerta abierta hacia un final algo más feliz.

Fuente: La Nacion

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