viernes, 20 de mayo de 2011

Un flagelo de terror sostenido por la religión...

EL OPIO AFGANO


En una reciente entrevista al presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, se le pregunta sobre la retirada de las tropas de EEUU de Afganistán y en su respuesta encontramos algo que usualmente no escuchamos en los medios:

“Lógicamente hace falta un plan. Una retirada sólo puede ser una de las medidas. Debe ir acompañada por otras acciones simultáneas, como el refuerzo del Gobierno regional. ¿Sabe que la producción de narcóticos se ha multiplicado por cinco desde que la OTAN está en Afganistán?”

El cultivo de amapola adormidera (de donde se extrae el opio, materia prima para la fabricación de la heroína) ha sido un cultivo tradicional en este país. Su producción a gran escala se remonta cuando los soviéticos tuvieron que intervenir para mantener la republica (único periodo en que el país sintió el inicio del desarrollo) y fue utilizada para financiar la guerra de los muyahidines que querían derrocar la república, echar a los soviéticos e imponer la Sharia. Tras la salida de la Unión Soviética el cultivo se extendió, aumentando su producción al instaurarse el gobierno Talibán. Pero a finales del 2000, los Talibanes, decidieron erradicar su cultivo y prácticamente lo consiguieron.
Justo después -todos conocemos lo que paso en 2001- la producción de opio empezó a aumentar rápidamente hasta alcanzar las mayores cotas de la historia produciendo el 70 % del opio del mundo.
¿Cómo es posible que ocurra esto? ¿Cómo no se trabaja para acabar con una droga que mata a miles de personas de los países miembros de la OTAN? Posiblemente mate más personas la heroína que el terrorismo.

Puede que parezca difícil erradicar el cultivo por mil razones, pero en palabras de Alain Labrousse del Observatorio francés de drogas y toxicomanía, gran conocedor de Afganistán, los Talibanes encontraron una solución tan sencilla como esta:

“Ellos querían mejorar su imagen luchando contra la droga, sobre todo desde 1998 fecha en que Estados Unidos los había incluido en su lista negra. Fue éste un gran golpe publicitario, pero sin éxito, ya que las sanciones internacionales fueron prorrogadas. La hostilidad al opio, no excluye el factor propiamente religioso, sobre todo en el país del mollah Omar. Los talibanes recorrieron los pueblos explicando a los campesinos que la sequía se debía al hecho de que ellos cultivaban una planta impía…”

Una solución de la mano de la religión, ¡que irónico es este mundo!

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