El artefacto salido de un
lanzagranadas se incrustó en el rostro de una mujer mexicana. Varios
médicos se negaron a intervenir por temor a la detonación de la ojiva,
pero un equipo provisto de especialistas amtibombas la operó con éxito.
La historia de Karla Flores, de
32 años, causó conmoción en México. Al borde de la muerte, luego de que
una ojiva salida de un lanzagranadas se le incrustara en la cara, fue
operada con la asistencia de un grupo militar que guiaron a los médicos
en la extracción del artefacto. Los medios mexicanos se refieren a Karla
como "la mujer milagro", o simplemente, "la mujer a la que no le tocaba
morir".
El trágico suceso ocurrió el 6 de agosto pasado, cuando Karla caminaba por una calle de Culiacán, en Sinaloa, después de entregar un pedido de pescado. Ella se dio la vuelta, su sombrero salió volando y un objeto le golpeó la cara. Prácticamente inconsciente y desde el suelo, se tocó las mejillas ensangrentadas. La cara le ardía y se desmayó sobre el asfalto, según publica el diario El Mundo.
Con la primera tomografía los médicos confirmaron que Karla tenía un artefacto en el lado del derecho de la cara. Según el Ejército, se trataba de una ojiva salida de un lanzagranadas que, en caso de explotar, mataría a cualquiera en un radio de 10 metros.
El trágico suceso ocurrió el 6 de agosto pasado, cuando Karla caminaba por una calle de Culiacán, en Sinaloa, después de entregar un pedido de pescado. Ella se dio la vuelta, su sombrero salió volando y un objeto le golpeó la cara. Prácticamente inconsciente y desde el suelo, se tocó las mejillas ensangrentadas. La cara le ardía y se desmayó sobre el asfalto, según publica el diario El Mundo.
Con la primera tomografía los médicos confirmaron que Karla tenía un artefacto en el lado del derecho de la cara. Según el Ejército, se trataba de una ojiva salida de un lanzagranadas que, en caso de explotar, mataría a cualquiera en un radio de 10 metros.
Karla Flores fue trasladada a
una zona hospitalaria alejada del resto de los pacientes. No podía
hablar ni tragar la mezcla de sangre y saliva que la ahogaba.
Fue entonces cuando el doctor Gaxiola Meza pidió "un médico valiente para poder intervenir a la paciente bajo extremas condiciones de riesgo". Varios médicos desistieron de la convocatoria y decidieron no participar en tan arriesgada intervención, basados en que "ningún médico está obligado a operar bajo dichas circunstancias".
El periódico español agrega que, inicialmente, los soldados propusieron operar con trajes antibomba, pero ante la imposibilidad de trabajar en esas circunstancias todos aceptaron las batas verdes como única medida de protección y como un "acto de solidaridad entre todos", explicó Miguel Alonso Rivera, director de Comunicación Social de la Secretaría de Desarrollo Social y Humano de Sinaloa.
Todos hablaron con sus familias antes de entrar al quirófano. Fueron cuatro horas de operación en la que se le abrió por completo la cara a Karla. Y se le realizó una traqueotomía a la paciente para que pudiera respirar.
A las doce de la noche se logró extraer el artefacto con un habilidoso movimiento para que la ojiva no se girara ni, mucho menos, cayera al suelo. "Sólo podíamos lateralizarla, porque de lo contrario todos en un radio de 10 metros explotaríamos", explicaron los militares presentes en la operación.
Fue entonces cuando el doctor Gaxiola Meza pidió "un médico valiente para poder intervenir a la paciente bajo extremas condiciones de riesgo". Varios médicos desistieron de la convocatoria y decidieron no participar en tan arriesgada intervención, basados en que "ningún médico está obligado a operar bajo dichas circunstancias".
El periódico español agrega que, inicialmente, los soldados propusieron operar con trajes antibomba, pero ante la imposibilidad de trabajar en esas circunstancias todos aceptaron las batas verdes como única medida de protección y como un "acto de solidaridad entre todos", explicó Miguel Alonso Rivera, director de Comunicación Social de la Secretaría de Desarrollo Social y Humano de Sinaloa.
Todos hablaron con sus familias antes de entrar al quirófano. Fueron cuatro horas de operación en la que se le abrió por completo la cara a Karla. Y se le realizó una traqueotomía a la paciente para que pudiera respirar.
A las doce de la noche se logró extraer el artefacto con un habilidoso movimiento para que la ojiva no se girara ni, mucho menos, cayera al suelo. "Sólo podíamos lateralizarla, porque de lo contrario todos en un radio de 10 metros explotaríamos", explicaron los militares presentes en la operación.
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