Leyendo algunas noticias por la red, me enteré que un neurólogo alemán llamado Gerhard Roth se puso a estudiar la reacción de asesinos y violadores mientras veían películas violentas utilizando escáneres especiales. Tras investigar y analizar los cerebros de criminales violentos, llegó a la conclusión de que la “mancha del mal”, como él la denominó, se encuentra en el lóbulo frontal del órgano en dónde se ve una mancha oscura en la parte frontal, lo que supone que algunos criminales tienen una “predisposición genética” a la violencia. , según informa Daily Mail.
“Siempre que había escenas brutales, algunos sujetos no mostraban ninguna emoción. En las áreas del cerebro donde se crea la compasión y la tristeza, no pasaba nada”, explicó Roth, científico de la Universidad de Bremen.
Además, el neurólogo señaló que hay casos en los que alguien comete crímenes como resultado de un tumor en esa área del cerebro y cuando les extraen el tumor, esas personas vuelven a su personalidad habitual. Agregó que el comportamiento antisocial es fácil de detectar desde una edad temprana.
Por último, Roth explicó que existen tres tipos de criminales: la persona sana en términos psicológicos que cambia según los estímulos externos del ambiente; los que ya poseen capacidades mentales perturbadas que miran el mundo como una amenaza. El tercer grupo son psicópatas puros, como, por ejemplo, tiranos tipo Hitler.
Pero, la pregunta que surge de todo esto es: ¿Verdaderamente todo depende de los genes? ¿Tiene la ciencia la palabra final en el tema del mal o existe algo más profundo que manchas en el lóbulo frontal? La herencia de la maldad, ¿pasa solamente por una cuestión del código genético?
Para responder todos estos cuestionamientos, partiré primeramente exponiendo paradigmas errados que la humanidad maneja.
Existe la idea errónea de que hay hombres buenos y hombres malos. Más aún, la gente suele creer que la mayoría de la gente es buena. Es realmente curioso esto cuando vemos la maldad del mundo, no solo en casos extremos sino hasta en los detalles más mínimos.
La Biblia no deja duda: el Eterno Dios revela, no ya que somos malos, sino que nuestro corazón es perverso.
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”.
(Jeremías 17:9)
No cabe duda que en nuestra vivencia cotidiana nos encontramos con personas que aparentan ser mejores que otras, pero la cuestión es ¿lo son? Hay mucho que es engañoso, ya lo dice claramente el versículo citado de Jeremías “el corazón es engañoso”.
Por lo tanto aunque algunos parezcan ser buenos es solo apariencia. Lo que hay en el fondo del corazón de cada uno está escondido y a veces es difícil descubrirlo. Todos queremos presentar la mejor imagen posible en público, pero la maldad está en nosotros.
De nuevo la Biblia nos revela nuestra verdadera condición desde lo que el apóstol Pablo escribiera a los santos de Éfeso:
“Y él os dio vida a vosotros cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este siglo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne. . . y éramos por naturaleza hijos de ira lo mismo que los demás”.
(Efesios 2:1-4)
El pecado dejó hombre espiritualmente muerto en cuanto a su relación con Dios y moralmente depravado en cuanto a su hablar, su conducta, pensamiento y voluntad, y por lo tal la Biblia lo declara "muerto en delitos y pecados". Según lo revelado por la Palabra de Dios a este parámetro no escapa ninguno. TODOS nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne . . .y, por lo tanto, éramos por naturaleza hijos de ira lo mismo que los demás. Aunque todos estamos en la misma condición inicialmente, hoy algunos hemos salido de esa condición al nacer de nuevo por la fe en Cristo y ahora ser nuevas criaturas en Él (2 Corintios 5:17).
Desde las Escrituras se nos enseña que la tendencia ‘normal’ del hombre es hacia lo malo y no hacia lo bueno. Todo esto es real y verdadero desde el mismo principio de las generaciones humanas. La maldad del hombre es una doctrina que se establece desde los comienzos de la revelación bíblica y negar que el hombre sea perverso y malo es una muestra más de esa perversión…
"Y vio el Eterno que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal".
(Génesis 6: 5)
"Y edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar. 21 Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho".
(Génesis 8: 20)
La realidad de esa maldad se encuentra en toda la raza humana e incluía la nación escogida de Dios, el pueblo de Israel. Por eso el profeta Jeremías le dice a los israelitas:
"Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho sino lo malo delante de mis ojos desde su juventud; porque los hijos de Israel no han hecho más que provocarme a ira con la obra de sus manos, dice Jehová. De tal manera que para enojo mío y para ira mía me ha sido esta ciudad desde el día que la edificaron hasta hoy, para que la haga quitar de mi presencia,..."
(Jeremías 32: 30-31)
La depravación, perversidad e incapacidad del hombre para buscar a Dios y/ o responder al Evangelio es resaltada también por el Apóstol Pablo cuando nos habla de la condición del hombre 'no regenerado’ o todo aquel que no ha “Nacido de Nuevo” por obra del Espíritu Santo:
"Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente".
(1 Corintios 2:14)
Como puedes ver, el hombre carnal, es decir, el que no ha nacido del Espíritu no puede percibir las cosas del Espíritu porque le son locuras. Recuerda cuando Pablo predicó el Evangelio a Festo en Hechos y él le dijo “Pablo, estas loco, las muchas letras te han vuelto loco” (Hechos 26:24). Festo no podía percibir las cosas del Espíritu, el mensaje del Evangelio el cual Pablo le predicaba y le parecía que Pablo hablaba locuras. Pero mira aun más lo que nos dice Pablo:
"Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios".
El apóstol nos dice, que los que designios de la carne son enemistad contra Dios. La naturaleza ‘espiritualmente muerta’ del hombre tiende a NO el buscar a Dios sino el de ‘enemistarse’ contra Dios. El hombre “No regenerado” no se sujeta a la ley de Dios, no quiere sujetarse a Dios y no puede sujetarse a Dios. El hombre no regenerado no cree al Evangelio, no escucha la voz de Dios, no se somete, no responde, pues las cosas de Dios (del Espíritu) le son locura. De este modo, Pablo llega a la conclusión de que todos los hombres su naturaleza de depravación han llegado a darle la espalda a Dios:
"Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles..."
(Romanos 3:10)
Por eso Dios manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan.
“Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda A TODOS LOS HOMBRES en todo lugar QUE SE ARREPIENTAN; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, DANDO FE A TODOS con haberle levantado de los muertos”.
(Hechos 17:30)
No hay excusa. Dios ha dado fe a todos al resucitar a Jesucristo de los muertos. Esta es la prueba de que Jesús era el Hijo de Dios que vino a salvarnos.
En conclusión y más allá de lo que la ciencia pueda investigar y deducir, la Palabra de Dios esta siglos adelantada al enseñar dónde se esconde la maldad en el hombre. El experimento del científico alemán podrá haber detectado manchas del tipo tumoral en el lóbulo frontal del cerebro, pero todo esto, de ser verdaderamente comprobado, no es más que manifestaciones físicas del corazón humano alejado del Creador.