Así lo advierte un artículo publicado en The Wall Street Journal por el catedrático Irwin Stelzer. En el mismo compara el mecanismo aplicado para "ayudar" a los países en problemas con el sistema fraudulento implementado por un inmigrante italiano a principios del Siglo XX en EE.UU.
En
los últimos días corrieron como un reguero de pólvora en toda Europa y
Estados Unidos, las repercusiones de un profundo análisis sobre la
realidad europea que desarrolló Irwin Stelzer, del Hudson Institute, en
su columna del Wall Street Journal.
En
el mismo, el catedrático definía abiertamente el esquema de ayuda
implementado por la UE y el FMI a naciones como Grecia, Irlanda o
Portugal como un fraude piramidal propio de libros de texto. En otras
palabras, un nuevo caso Ponzi que necesariamente va a terminar mal.
En la memoria de los mercados está aún fresca la monumental pirámide que armó el ahora presidiario Bernard Madoff.
Pero
vale la pena repasar su funcionamiento: se trata de aquellas prácticas
financieras por las cuáles se promete a los inversores una determinada
rentabilidad sin que el destino real de sus fondos la pueda justificar
en ningún caso.
De
modo tal que son los nuevos aportantes de liquidez los que, con su
dinero, permiten a los promotores de la idea cumplir con el retorno
prometido, alimentando de este modo la "credibilidad" y bondad de su
actividad y atrayendo nuevos recursos de incautos.
Una estructura que funciona bien mientras fluye el efectivo pero que deviene insostenible cuando éste se seca.
En
el caso de los programas de ayuda implementados en Europa para los tres
países anteriormente mencionados cumplen con una doble condición:
•Establecimiento
de medidas estructurales que les permitan corregir los desequilibrios
que les condujeron a su precaria situación, y
•Devolución del capital más intereses, fijados a un nivel sustancialmente inferior al exigido por el mercado.
Teóricamente los países que reciben los fondos mejorarán su financiamiento y al aportante no le cuesta demasiado.
Sin
embargo, más allá de la finalidad "bancaria" concebida en Estados
Unidos, que se ha probado como rentable, surgen dos paradojas sobre esta
financiación.
Por una parte, la nueva deuda va a ser utilizada para hacer frente a vencimientos inminentes de deuda.
Esto
es: para cumplir con el rendimiento prometido con anterioridad a otros
tenedores de sus bonos. Muy parecido a una estructura Ponzi.
Pero
no solo eso, ya que con fuertes tensiones internas de caja que amenazan
la cohesión social, una parte mayor o menor de la misma irá destinada a
hacer frente a los pagos corrientes de las respectivas administraciones
internas.
Este
uso de los fondos sería justificable si fuera la solución de una mera
tensión de liquidez y si la capacidad interna de generación de recursos
financieros de los distintos estados permitiera hacer frente al problema
de solvencia futura que subyace a su situación.
Pero no es así. Y es ahí donde se entra en el centro de la cuestión, esto es:
•La
imposibilidad ya matemática y no meramente económica de que las
naciones afectadas por los planes de ajuste puedan lograr los superávits
para equilibrar sus cuentas
•La
incapacidad temporal, debido a sus largos periodos de maduración, de
que las reformas estructurales rindan los frutos que de ellas se esperan
en el plazo necesario.
De
ahí que la palabra restructuración, eufemismo para no aplicar los
indecorosos "quita y espera", esté más que nunca encima de la mesa como
un planteamiento que afecte a tasas de interés, plazos o ambos a la vez. Para Stelzer, una pirámide Ponzi en estado puro.
En el caso europeo actual, la situación se complica y sus plazos son cada vez más breves.
La
pirámide está cerca de llegar a su fin, pero en tanto, los pedidos
adicionales de auxilio financiero están a la hora del día. Grecia pide
otros 110.000 millones de euros para no entrar en quiebra, Portugal e
Irlanda piden trato igualitario, Italia pone en marcha un nuevo plan de
ajuste, España trata de sobrevivir.
Ahora
que el mal está hecho es cuando algunos se dan cuenta que dotar con
440.000 millones de euros a 2013, para incluir el riesgo España, un
programa tan descabellado como éste tiene poco sentido.
En
este contexto, los que hasta ahora financiaron la pirámide se muestran
mucho más reacios a seguir haciéndolo. Y quienes tienen invertidos
millones de euros, llámese bancos alemanes o franceses, ven con suma
preocupación algo que en estos días parece inevitable. Tan inevitable
que en el caso de Grecia ya tiene fecha fija: 26 de junio de 2011. ¿Será
el principio del fin de esta pirámide?
Fuente: Finanzas.iprofesional.com
Fuente: Finanzas.iprofesional.com
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