martes, 8 de julio de 2014

EL DESCARRIADO




Tres son los significados que se despliegan de la palabra descarriado/a al buscarla en un diccionario:

1.     Apartar algo o a alguien del camino que debe seguir.
2.  Apartarse del camino razonable, o separarse de la protección o las buenas compañías.
3.      Apartar del rebaño una o varias reses.

Desde estos significados podemos entender quién es aquel que, diciéndose seguidor del Mesías, entra con los días  en los cánones de esta palabra.

Primero, una persona descarriada es alguien que una vez disfrutó las bendiciones y el favor del Eterno Dios, tal y como si fuera un hijo primogénito de Sión.

Caminó ante el Señor con un corazón devoto, humilde y amable.

Le encantaba orar y escudriñar la palabra de Dios.

Juraba, todo el tiempo, delante de los que lo admiraban: "Siempre serviré al Señor, con todo mi corazón." Y por cierto tiempo, buscó del conocimiento del Señor fielmente.

Dejó sus malos caminos y se deleitó en la comunión que encontraba con otros santos en cada asamblea festiva del Eterno Dios.

Pero luego, de un día para otro, algo comenzó a alejar el corazón de este creyente del Señor. Ya no tenía manifestaciones de un amor genuino. Al contrario, la rebelión entró a su corazón. Pronto perdió tanto el amor como el temor de Yahvéh. Ya no temblaba en la presencia del Señor. Lentamente, su corazón se enfrió.

Hoy, este descarriado se ha rebelado contra el camino estrecho y se ha vuelto a las cosas del mundo. Se ha cegado completamente, se ha vuelto necio, sin entendimiento. Ya no busca del Señor ni se vuelve a su palabra. Todo deseo de orar se ha ido. Ya no asiste a las asambleas del Eterno.

¡Se ha alejado completamente de la presencia de Dios y va camino a la apostasía!

Como podemos ver, y tal como sabemos, el cuadro del hermano descarriado no es un cuadro agradable: su sal ha perdido su sabor ... su luz se ha apagado ... ha vuelto al camino ancho ... ahora edifica su casa sobre la arena ... ha desamparado a sus compañeros en el Señor ... ya no lleva fruto bueno sino fruto vergonzoso (Rom. 6:21) ... otra vez es una oveja perdida, es como el dinero perdido y el hijo pródigo (Luc. 15) ... es como las cinco vírgenes insensatas ... esconde su talento ... dejó de correr la carrera ... ya no pelea la buena batalla ... es como el perro que volvió a su vómito y como la puerca lavada que volvió a revolcarse en el cieno.

De acuerdo a lo que las Sagradas Escrituras describen acerca de las consecuencias que sufre un descarriado, podemos resumirlo en tres principales:

1.     Acarrea Yugos y Ataduras.
2.     Se queda postrado en el desierto.
3.     Es visitado siempre por malas noticias.

Miraré con Uds. por unos momentos algunos detalles destacados de estas tres consecuencias, dejándoles a cada uno de vosotros la misión de ahondar en ellas con la guía del Espíritu Santo.

1.     Acarrea Yugos y Ataduras.

Dice el profeta Jeremías:

"Mis pecados los ha visto el Señor;
       me han sido atados por él mismo,
    y como un yugo pesan sobre mí:
       ¡acaban con mis fuerzas!
    El Señor me ha puesto en manos de gente
       ante la cual no puedo resistir".
(Lamentaciones 1:14)
El descarriado lleva yugos sobre sus hombros como consecuencia de los pecados no confesados ante el Señor.

Dichos yugos se vuelven una carga tan pesada que conducen al descarriado a experimentar debilidad en cada área de su vida. Desde allí, lo único que querrá por ver en acción será el desastre que causa el desánimo.

A eso debe sumarse el detalle de que el mismo Eterno es quien coloca las circunstancias del descarriado a merced de otros seres humanos que le van ocasionando sólo callejones sin salida en el Camino.

2. Se queda postrado en el desierto.

 "...los rebeldes habitarán en el desierto".
(Salmo 68:6)

El Eterno mismo conduce la vida de un descarriado a dónde sus malos deseos anhelan: una vida de soledad y sin progreso alguno (comparar con Romanos 1:28-32).

3. Es visitado siempre por malas noticias.

"El rebelde sólo busca el mal,
y un cruel mensajero se enviará contra él".
(Proverbios 17:11)

La palabra mensajero se traduce del hebreo malak, que significa también ángel y embajador, por lo que se entiende que el rebelde es una persona que no camina sola sino que está siendo asistida por un embajador del Eterno que lo conduce día a día a experimentar un mensaje correctivo de parte del Señor.

Ante todo esto surgen en nosotros los siguientes cuestionamientos:
¿Qué hacemos, pues, con él? ¿Cuál es nuestra obligación? El descarriado ha caído ... anda cojo ... ¿debemos amputar la pierna quebrantada? Heb. 12:12,13 dice: "Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado"... el soldado que ha caído en batalla no es fusilado por ser herido. Lo necesario es enderezar y unir el hueso fracturado (significado puro y propio de la palabra "restaurar") "un miembro dislocado del cuerpo espiritual". Debe ser  sanado, no amputado.

Hacer retornar a su posición original al descarriado es una obra muy importante. En la epístola del apóstol Santiago (el hermano del Señor Jesús) encontramos:
"Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino." 
(Sant. 5:19, 20)

¿Qué hace? ¿Qué tan importante es esta obra? salva de muerte un alma y cubre multitud de pecados. ¿Cómo los cubre? No con excusas, no buscando pretextos, no emblanqueciendo los pecados, sino convenciéndolo que debe arrepentirse, confesar su pecado y volver al Señor.



0 comentarios:

Publicar un comentario

Compartir

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More