Nicolas Sarkozy se quedó sin el gran sueño de revalidar su
mandato al cabo de una década en el poder, en la cual sus cinco años de
presidencia quedaron marcados por la inundación de sus excesos, las promesas
incumplidas, las reformas a medio camino, el desempleo, el desarme del Estado
de Bienestar, el personalismo a ultranza, la arrogancia y la violencia racial
con la que, de una u otra forma, trató a los extranjeros.
Su futuro a partir de ahora.
A los 57 años de edad, de ellos "35 de mandatos políticos", desde la alcaldía del elegante suburbio parisino de Neuilly-sur-Seine hasta el Elíseo, pasando por la diputación y el ministerio del Interior, la cuestión es si romperá definitivamente con la política.
"¿Sarkozy fuera de la política?: ¡Ni siquiera en sueños!", afirmó la exministra Roselyne Bachelot. El excanciller Alain Juppé, por su parte, concibe que "tome un poco de distancia". "Después ya veremos. Puedo decir que reflexiona" al respecto, dijo.
Si no ocupa funciones en la dirección de un partido político, Sarkozy puede, en su condición de expresidente, formar parte del Consejo Constitucional de Francia.
Podría también reanudar su carrera de abogado. Guardó partes del bufete que fundó junto con su asociado Arnaud Claude hace 25 años. Según uno de sus consejeros, Nicolas Sarkozy volverá a inscribirse rápidamente como abogado de los tribunales de París.
Antes, "descansará en familia", sin duda en la residencia de su esposa Carla Bruni-Sarkozy en la Costa Azul.
Pero muy pronto Nicolas Sarkozy, protegido por su inmunidad presidencial durante cinco años, podría tener que vérselas con la justicia.
Legalmente, la inmunidad penal del jefe de Estado (que François Hollande quiere anular) termina un mes después de abandonar el cargo. Es decir que, teóricamente, podría ser convocado a partir del 16 de junio por los jueces en el marco de dos causas: el caso Bettencourt, que plantea cuestiones sobre el financiamiento de su campaña electoral en 2007, y la parte financiera del caso Karachi, cuyo origen es una investigación sobre un atentado cometido en 2002 en Pakistán.
En la primera, el expresidente fue señalado por testigos que afrimaron que Sarkozy habría recibido al menos 50.000 euros en efectivo del hombre de confianza de la multimillonaria Liliane Bettencourt, heredera de la firma de cosméticos L'Oréal y generosa donadora de su partido, la UMP.
En Francia, el financiamiento de los partidos políticos está reglamentado y los donativos de particulares no pueden ser superiores a 4.600 euros para cada campaña.
Este asunto, desencadenado por un diferendo familiar, provocó ya la dimisión a fines de 2010 de un ministro, y la inculpación en 2011 de altos cargos de la policía sospechosos de haber realizado escuchas ilegales de periodistas por orden de la presidencia.
Sarkozy negó siempre que hubiera recibido dinero. De la misma manera, calificó recientemente de infamia las acusaciones evocadas por la prensa de financiamiento de su campaña por el exdirigente libio Muamar Gadafi.
Los jueces podrían también querer hacerle preguntas sobre el caso Karachi, no por su papel personal en el mismo, sino por el del exprimer ministro Edouard Balladur, que fue su mentor.
El politólogo Philippe Braud considera que "si es encausado y condenado, quedarían eliminadas todas las posibilidades de su regreso a la política". Tal eventualidad le cerraría también las puertas del Consejo Constitucional.
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