El modelo de representación política
griego hace aguas.
Autor: Antonio Cuesta
Los resultados en las elecciones griegas
no solo cuestionan la hegemonía de los hasta ahora partidos mayoritarios sino
el propio sistema de representación política vigente en el país. En una
situación inédita tras 38 años de sistema democrático representativo, las
reformas son también necesarias en el terreno electoral.
Sin
embargo, el análisis que se puede realizar a partir de los resultados
electorales indica que la conmoción política y social es mucho más profunda, y
pone en evidencia los límites normativos de un sistema que durante cuatro
décadas sustentó la hegemonía del bipartidismo, y la mantuvo a salvo pese a los
grandes casos de corrupción. Como en otros países de su entorno, la clase
política en Grecia fue alejándose de la ciudadanía y perdiendo su confianza y
credibilidad, sin que ello supusiera una merma en la legitimidad democrática
del sistema.
Lo sucedido el domingo marca un límite y cuestiona no solo la hegemonía de los hasta ahora partidos mayoritarios sino, fundamentalmente, al propio sistema de representación política. Por una parte la abstención récord -34,9%- muestra el hartazgo de la sociedad griega hacia el modo tradicional de participación electoral. Su número prácticamente triplica a los votos conseguidos por el vencedor en las urnas (ND), y es casi el doble de los obtenidos por ND y Pasok juntos. Pero además hubo un 19% de votantes (sin incluir a quienes lo hicieron en blanco o nulo, que sumaron un 2,35%) que optaron por formaciones que no obtuvieron representación parlamentaria, lo que en Grecia se denomina «votos fuera de la Asamblea». Un indicador que muestra de manera bastante nítida la gran dispersión del voto hacia partidos nuevos o minoritarios. Este porcentaje siempre había sido muy bajo pues tanto los partidos mayoritarios como las dos o tres fuerzas que habitualmente obtenían representación parlamentaria solían acaparar el 95% o más de las papeletas.
De
modo que, tras los comicios legislativos, solo un 46% de los griegos con
derecho a voto consiguieron ver reflejadas en el Parlamento sus preferencias
políticas, aunque en esta situación el sistema electoral ayude tan poco en la
formación de un gobierno estable. La actual legislación se aprobó en 2004 y
entre otras medidas incluyó una barrera legal para acceder al Parlamento del 3%
de los votos en todo el territorio (para impedir en aquel momento la entrada de
un partido musulmán con implantación en la zona limítrofe con Turquía), y un
«premio» de 40 escaños -en un parlamento de 300- a la lista más votada. Esta bonificación
fue ampliada hasta 50 en 2008, para beneficiar aún más la creación de mayorías
absolutas.
La
académica Irene Martín, investigadora del sistema electoral griego, explicó a
GARA que «la ley se pensó para que con un 40% de los votos, en teoría, se
obtuviera la mayoría absoluta de escaños. Como ese porcentaje -o incluso mayor-
era bastante habitual para el partido ganador, la ley aseguraba la obtención de
un amplio respaldo de gobierno». Sin embargo con la caída del voto de los
partidos tradicionalmente dominantes sufrida en estas elecciones, «esos 50
escaños ni siquiera van a servir para facilitar la formación de una coalición
estable», aseguró.
Como
observadora sobre el terreno de los comicios griegos, la profesora de Ciencias
Políticas de la Universidad Autónoma de Madrid consideró claro el mensaje
lanzado desde las urnas, «ND y Pasok han perdido el protagonismo, quedándose
fuera de juego. Los resultados muestran un complejo panorama político y social
a la vista de la elevada abstención y la alta dispersión del voto».
En
la historia reciente de la República griega,
ningún partido había ganado unas elecciones con tan poco apoyo en las urnas. El
18,85% de los votos válidos obtenidos por ND significan el respaldo del 11,98%
de los ciudadanos con derecho a voto, y de ahí para abajo las siete formaciones
que han conseguido entrar en el Parlamento.
En
los próximos días tratarán de acercar posiciones en busca de un gobierno de
coalición, sin embargo la tarea se presenta muy difícil pues si bien los
comicios tuvieron un componente plebiscitario entre quienes apoyaban el
memorando de préstamo (ND y Pasok) y los que pedían su derogación, dentro de
este segundo grupo los partidos de izquierda ni quieren colaboración de la
extrema derecha (Griegos Independientes y Amanecer Dorado) ni mantienen un
discurso coincidente (la Coalición de Izquierda Radical e Izquierda Democrática
abogan por continuar en la Unión Europea mientras que el Partido Comunista de
Grecia exige la salida de la misma).
Así
las cosas, la situación política en Grecia parece dirigirse hacia la repetición de unas elecciones
legislativas, calificadas por muchos analistas como un camino hacia el abismo.
Sin embargo, para la profesora Martín esta nueva convocatoria podría
convertirse en una buena oportunidad tanto para los votantes de «fuera de la
Asamblea», como para los partidos políticos. Una suerte de segunda ronda para
que ese 20% que apoyó a fuerzas extraparlamentarias «opte en esta ocasión por
grupos que obtuvieron representación», y a la vez para que «los partidos
adelanten a la opinión pública las posibles coaliciones -pre o postelectorales-
y cierren los acuerdos publicitando las cuestiones programáticas».
La
normativa, confeccionada para un sistema bipartidista, ha quedado obsoleta y no
puede reflejar la pluralidad y la complejidad de la actual sociedad griega, al
tiempo que los límites legales sólo han servido para paliar la debacle de ND y
Pasok. En una situación inédita tras 38 años de la restauración del sistema
democrático representativo, las reformas también son necesarias en el terreno
electoral.
Syriza critica el premio de los 50 escaños
mientras busca un improbable ejecutivo
El
líder de la Coalición de Izquierda Radical (Syriza), Alexis Tsipras, reconoció
ayer que será muy complicado lograr un acuerdo para formar Gobierno, tarea que
asumió como dirigente de la segunda fuerza más votada en las elecciones del
domingo, tras fracasar los conservadores de Nueva Democracia. «Podría ser más
fácil si la ley electoral no ofreciera un regalo de 50 escaños al primer
partido», criticó Tsipras a su llegada a la reunión con el presidente del país,
Carolos Papulias, para recibir el encargo oficial de componer un Ejecutivo.
Tsipras ha sido el ganador moral de los comicios tras haber logrado 52 diputados
y cuadruplicar la presencia de su partido en el Parlamento. Pero el puzzle
resulta muy difícil de encajar, ya que, por un lado, la coalición excluye
partidos que acepten el plan impuesto por la UE y el FMI, la que hasta ahora ha
sido la posición del Pasok y de Nueva Democracia. Por otro lado, los comunistas
del KKE rechazan cualquier alianza y ni siquiera quisieron reunirse, e
Izquierda Democrática le exige que aclare su postura sobre la pertenencia de
Grecia al euro. Cada vez más voces juzgan inevitable repetir las elecciones.
Tsipras tiene tres días para intentar formar Gobierno. Si no lo consigue
pasaría el relevo al Pasok, cuyo líder, Evangelos Venizelos, propuso formar un
«gobierno de unidad nacional» con las premisas de permanecer en el euro y
renegociar con la UE y el FMI.
Pero
Bruselas -ni Berlín- no da ningún margen de maniobra y rechaza incluso
renegociar el plan, según dejó claro ayer el presidente de la Comisión Europea,
Jose Manuel Barroso. Syzira ha planteado sus prioridades: anular las medidas de
desregulación laboral, control público sobre el sistema bancario y crear una
comisión internacional de control de la deuda.
Alemania exige la formación de un
«gobierno sensato» que respalde los ajustes
Si
ya antes de las elecciones griegas, Alemania presionó para lograr un resultado
que le resultara satisfactorio, tras el rechazo en las urnas de las políticas
de austeridad y la dificultad de formar gobierno, Berlín apremió a los partidos
políticos de Grecia a lograr la formación de lo que a su juicio es «gobierno
sensato», al tiempo que ratificó su respaldo a las reformas emprendidas por los
anteriores gobernantes griegos.
El
Gobierno alemán reconoció que sigue «con gran preocupación» la situación
surgida tras las elecciones parlamentarias del domingo, según indicó el ministro
de Asuntos Exteriores, Guido Westerwelle. «Llamamos a todos los implicados en
Grecia a buscar una solución rápida para que pueda formarse un gobierno sensato
y estable», añadió el ministro. Westerwelle, del Partido Liberal (FDP), afirmó
que Alemania está dispuesta a la «solidaridad» con Grecia, pero condicionó
cualquier gesto a que se observen los compromisos suscritos por Atenas en
cuanto al programa de recortes y reformas.
Desde
las filas de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Angela Merkel, el presidente
de la Comisión de Exteriores del Parlamento, Ruprecht Polenz, advirtió del
peligro de recurrir a elecciones anticipadas, en caso de no lograrse formar
gobierno. «En muy raras ocasiones se logra una mayoría estable en tan corto
plazo. En la mayoría de los casos salen reforzadas las posiciones extremas, lo
que haría aún más compleja la situación», dijo en declaraciones a la radio
pública alemana. La canciller alemana dijo el lunes que la situación «no está
exenta de complejidad», tras el avance de las formaciones hostiles a los
ajustes y el duro programa de austeridad al que Atenas se comprometió con sus
socios de la UE. «Vamos a ver cuál es la constelación del gobierno resultante»,
dijo Merkel, aunque añadió que su formación compete exclusivamente a los griegos.
En una primera reacción el lunes, antes del fracaso de Samaras, el portavoz del
Gobierno, Steffen Seibert, afirmó que Berlín no iba a desentenderse de Atenas y
que considera vigentes todos los acuerdos adoptados por ese país.
También
los mercados presionan sobre la nueva realidad política griega y el Tesoro
griego colocó ayer 1.300 millones de euros en deuda con vencimiento a seis
meses a un tipo de interés del 4,69%, frente al 4,55% que obtuvo antes de las
elecciones.
Fuente: Gara
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