martes, 17 de abril de 2012

Rey de España y su real gana de matar elefantes y empobrecer españoles

El placer real de acabar con la vida y la evidencia de gobernar un sistema cazador delante de Yahvéh como el que ideó Nimrod.


Una foto del Rey Juan Carlos I de España, en la que se le ve posando con un rifle delante de un elefante muerto ha desatado polémica en el mundo.

La instantánea del monarca español se dio a conocer porque fue sometido a una cirugía luego de sufrir una caída mientras cazaba.

Trascendió que en el continente africano hay cupos para poder cazar elefantes, que costarían entre 7 mil y 20 mil euros por ejemplar, como explicó Andrés Gutiérrez Lara, presidente de la Federación Española de Caza.


La ONG Vida Silvestre señaló que los elefantes se podrían extinguir en 5 décadas si no se implementan medidas de conservación de su hábitat.

Leyendo por aquí y por allí información, me enteré que el rey, en España, no es una mera figura decorativa. Las facultades y obligaciones que le impone la Constitución lo hacen una pieza clave de la política española. Por lo tanto, este asunto del elefante no es solamente buen motivo para las revistas del corazón o de la vida salvaje. Es un asunto de Estado.

Un rey aficionado a las armas de fuego y loco por la caza mayor durante toda su vida, han sido las características más destacadas del rey Juan Carlos de España causándole problemas a él mismo, a su familia y al país entero al que representa como Jefe de Estado.

Las armas de fuego siempre acaban disparándose; no sirven para nada, excepto para herir y matar. Hace solo unos días el nieto mayor del Rey, Felipe Froilán, de 13 años, estaba ejercitándose ilegalmente con una escopeta de cañón doble de calibre 36, en compañía de su padre, cuando se disparó accidentalmente en su propio pie, por lo que tuvo que ser trasladado a la clínica y operado. Los peligros de estas armas se multiplican en las cacerías. 

El rey Juan Carlos es un cazador empedernido, que dedica mucho tiempo, dinero y energías a la caza mayor. Don Juan Carlos ha cazado repetidamente en África todo tipo de animales que nadie debería cazar, desde leopardos y búfalos hasta elefantes.

La organización World Wildlife Fund (WWF) tiene filial en España de la cual el rey Juan Carlos es presidente honorario. Una de las preocupaciones de esta agrupación es la conservación de grandes especies.

Dice WWF España en su página de la red (http://www.wwf.es/que_hacemos/especies/) que actualmente trabajan protegiendo, entre otras especies, precisamente a los elefantes que mata el rey. Por lo pronto, han decidido enviar al monarca las numerosas críticas que reciben por tener en la presidencia de la organización a un consumado cazador de paquidermos.

El rey puede tomar un avión privado, dirigirse a África y matar elefantes como se le dé la real gana si eso lo hace feliz. Lo que sucede es que España no está para tal dispendio y frivolidad. Desde ahora, y a causa de tantas cosas reveladas en estos últimos tiempos, la monarquía española entra al debate.


Les comparto un episodio de un programa periodístico en el que se debatió este tema con excelencia:


La Casa Real argumenta que el Rey mata elefantes porque le da su "real gana" y que no tiene que dar explicaciones a nadie sobre sus cacerías, pues forman parte de su vida privada, en la que nadie tiene derecho a inmiscuirse. Eso es una protocolar falacia. Los españoles se dan cuenta que las cacerías del rey Juan Carlos de Borbón, lejos de ser actos íntimos que se realizan en un espacio privado, involucran a diversos países y continentes, vuelos especiales, comitivas oficiales e incluso ausencias públicas inexplicables. De esto, muchos españoles deducen que todos esos gastos extravagantes se sufragan con  los impuestos que paga una población agobiada por la crisis. 

¡España debe despertar en sus conciencia y coronar al verdadero Rey de las naciones, Jesucristo! ¡Solamente así logrará esta nación ser salvada del abismo que está a punto de digerirla!

A continuación una porción del programa "Tertulia de Federico" en el que Federico, Carlos Cuesta, Carlos Dávila y Francisco Cabrillo analizan el viaje del Rey para cazar elefantes a Botsuana en el que se rompió la cadera al caerse y las reacciones y críticas, tanto externas como internas, a ese viaje.

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