lunes, 3 de noviembre de 2014

Decálogo para romper los lazos del Pesimismo


Por experiencia personal he aprendido que existen días en los que parece que nada sale bien o, al menos, las cosas no salen como habían sido planificado al despertar.  Es entonces cuando nos sentimos completamente inútiles y nos vemos tentado a sumirnos en una profunda tristeza. Desde esta situación todo nos quiere conducir a la ira, que tampoco facilita nada, ya que desde ella caemos en el terrible lazo del lado negativo de la ira: el enojo (Ef. 4:26,31). En definitiva, terminamos mucho peor que como estábamos en ese primer instante de comenzar el día o la semana. 

A continuación los invito a considerar un paquete de diez tips que han ayudado a muchos de los varones y mujeres que asisten a mis catequesis a fin de capacitarse para convertirse en seres exageradamente felices.

1º - Di en todo momento: "Esto también pasará"

Siempre debemos ser conscientes que en la vida todo va y viene, tanto lo bueno como lo malo. Las circunstancias son simples herramientas que el Eterno utiliza en su "taller celestial" para conducirnos a la forma final de Su propósito eterno.

En demasiadas ocasiones consideramos que si la cosa está mal, sólo puede ir a peor, y sin embargo, con la llamada de un nuevo día comenzamos a ver la realidad que nos con otros tonos. 

Se trata de una idea que todos conocemos, pero que solemos olvidar bajo el peso de la ansiedad cotidiana. Así que antes de desesperarse quizá sea preferible respirar hondo y reposar nuestras preocupaciones en la almohada, y despertar con una actitud certera que a los que a Dios aman todo ayuda a bien (Rm. 8:28).

2º - Recuerda lo que has conseguido

Con gran facilidad lo cotidiano nos conduce a los extremos y pensamos que somos las personas más incapaces del planeta cuando quizá el día anterior pensábamos que no había reto que se nos resistiese. Entendamos que esto no es tan así. Simplemente, debemos intentar que nuestra autoestima salga indemne de estos envites. No debemos pensar acerca de nosotros con más alto concepto de sí que el que debemos tener, ni tampoco con más bajo concepto (Rom. 12:2). ¿Cómo? Será muy útil pararse y escribir una lista de esas cinco metas que pensábamos que nunca alcanzaríamos y que, sin embargo, hemos superado. Es un buen recordatorio de que cuando queremos y, sobre todo, no nos ofuscamos, podemos.

3º - Especialízate en algo.


Tengamos en cuenta que conocer algo en profundidad puede ayudarnos a volver a arrancar en esos momentos en que nos sentimos atrapados. Encontrar algo que nos apasione, en lo que seamos buenos y que disfrutemos puede ser un buen bote salvavidas cuando el mundo parece, de la noche a la mañana, incomprensible y hostil.

4º -No te compares con los demás (porque quizá estén peor que tú).


La raíz de muchos de nuestros males se encuentra precisamente en mirar más al vecino que a nuestro propio hogar. Como es habitual, pensamos que lo que hacen los demás es siempre mejor y tendemos a olvidar que debajo de la apariencia de felicidad pueden latir problemas más serios de los que sospechamos. Siempre habrá algún campo en el que destaquemos por encima de los demás (aunque no lo parezca).

La Torah (Instrucción) del Eterno Dios ordena, "No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que le pertenezca" (Éx. 20:17) dando a entender lo peligroso que resulta estar comparándose con los demás.  Esta errada actitud puede conducirnos a los celos y de allí caer en la envidia que nos conducirá a causar en nuestro entorno los flagelos propios de la codicia humana.

El libro de los proverbios aborda las consecuencias de los celos y la envidia en varios pasajes. Proverbios 14:30 incluye las consecuencias físicas de la envidia: "Un corazón en paz le da vida al cuerpo, pero la envidia pudre los huesos". Proverbios 27:4 enuncia: "Cruel es la ira, e impetuoso el furor, ¿más quién podrá sostenerse delante de los celos?" Los celos tienen una poderosa influencia que incluso puede eclipsar a otras emociones.

La epístola de Santiago, hermano de Yeshúa, incluye algunas de las advertencias más severas de la Biblia en contra de la envidia y los celos . Santiago 3:14-16 dice, "Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis ni mintáis contra la verdad... Porque donde hay celos y contención, habrá perturbación y toda obra perversa". Este fuerte mandato advierte de las consecuencias devastadoras de los celos. También este apóstol enfatiza, "Deseáis y no tenéis, así que matáis. Codiciáis y no podéis alcanzar, entonces lucháis y combatís, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís sin recibir, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites" (Santiago 4:2-3). De nuevo, aunque el versículo emplea la palabra "codicia" en vez de "celos", el fuerte mensaje comunica una verdad similar.

5º - No quieras demasiado.


¿Conformismo? Quizá, pero solamente para la opinión de los obsesivos materialistas. Las Escrituras a esto lo llaman contentamiento y en verdad es un paradigma que permite el ejercicio de una higiene mental que nos permite mantenernos lejos de las metas inalcanzables cuya persecución tan sólo puede conducirnos a la frustración propia de la carrera frenética del materialismo individualista. 

"Tener contentamiento, junto con la piedad, es gran ganancia en la vida".
(1 Ti 6:6) 

En Hebreos 13:5 el consejo apostólico nos dice que nuestras costumbres deben ser sin avaricia, "contentos con lo que tenéis ahora". Alguno de ustedes estará preguntando: ¿Cómo puedo estar contento con lo que tengo ahora? Enseguida vemos el secreto: "Porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré". Ésta es una excelente razón para no permitir que el descontento controle nuestra vida. ¡Dios mismo está con cada uno de nosotros! ¡Él conoce nuestras necesidades y sabe cuáles son los deseos de nuestro corazón. Al tomar la decisión de mantener el buen hábito del contentamiento, tenemos la plena confianza de que el Eterno Dios nos está apoyando con Su infinita Providencia. 

Mantener unas expectativas adecuadas a nuestro momento vital, capacidad de esfuerzo y talento nos ahorrará unos cuantos disgustos y, en lugar de ponernos barreras, conseguirá conducirnos más lejos y promocionarnos a niveles de vida de calidad integral.

Pidámosle a Dios que vaya formando cada día su imagen en nosotras porque allí es donde encontraremos el contentamiento, ¡y eso sí que es una gran ganancia! 


6º - Socializa y lo verás todo con otros ojos.


Todos necesitamos una cierta dosis de introspección de cuando en cuando, eso está claro. Pero a veces, este tiempo de reflexión es el equivalente al aislamiento que conduce indefectiblemente a la obsesión, la ansiedad y la depresión. Con levantar el teléfono y llamar a uno de nuestros hermanos en la fe y/o líderes mentores para contarle lo que nos atormenta tendremos mucho ganado. 

Pocas cosas mejores para la autoestima que un amistoso consejo a tiempo.

7º - La decepción forma parte de la vida.


El grupo de rock Rolling Stones cantaba «You Can’t Always Get What You Want» ("no siempre podrás conseguir lo que quieres"), y cuanto antes lo aprendamos, mejor viviremos. A veces intentamos ir demasiado lejos con nuestros objetivos, y otras veces, simplemente no podemos conseguir lo que queremos, aunque sea asequible.

¿QUIÉN no se ha sentido decepcionado alguna vez? Hasta nuestro Padre celestial, Yahvéh Dios, ha pasado por esa dolorosa experiencia. Por ejemplo, aunque liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto y los bendijo abundantemente, la Biblia dice que ellos “vez tras vez ponían a Dios a prueba, y causaban dolor [...] al Santo de Israel” (Salmo 78:41). Aun así, Yahvéh nunca dejó de ser el “Dios feliz” que el apóstol Pablo nos revela (1 Timoteo 1:11).

Aunque el Eterno Dios cuidó de la primera pareja humana, ellos fueron desagradecidos y se rebelaron (Génesis, capítulos 2 y 3). Con el tiempo, su hijo Caín desarrolló una mala actitud y, desoyendo las advertencias divinas, asesinó a su hermano (Génesis 4:1-8). ¿Puede imaginarse lo decepcionado que se sintió Yahvéh?

Sin embargo, aquel desengaño no le robó al Eterno su felicidad. ¿Por qué no? Porque se concentró en su propósito de llenar la Tierra de seres humanos mesiánicos y continuó manifestándose en Su Gracia para lograrlo (Juan 5:17). Con ese objetivo en mente, proporcionó el sacrificio de Cristo y estableció Su Reino (Mateo 6:9, 10; Romanos 5:18, 19). Yahvéh no se concentró en el problema, sino en la solución.

La Palabra de Dios nos anima a concentrarnos en las cosas positivas, y no torturarnos pensando en lo que podría haber ocurrido o deberíamos haber hecho. En ella leemos:

Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” 
(Filipenses 4:8).

La mayoría de nosotros solemos exagerar los aspectos negativos cuando sufrimos una decepción. Por ejemplo, nuestros esfuerzos por criar un hijo, obtener un empleo o predicar las buenas nuevas en un campo extranjero tal vez no den los frutos esperados. Puede que pensemos: “Soy un total fracaso”. Pero tal como el decepcionante comienzo de la familia humana no hizo de Dios un fracasado, nosotros no somos un fracaso solo porque las cosas no nos salgan bien a la primera (Deuteronomio 32:4, 5).

¡No huyamos de los sentimientos, pero tampoco pretendamos que guíen nuestra vida!

8º - Vence todo tipo de miedo.

La realidad del miedo no es tan solo lo que puede significar, sino el daño que puede hacer en nosotros. Vivir lleno de miedos puede paralizar todos los planes del Eterno Dios con nosotros. La Sagradas Escrituras (La Biblia) nos alienta diciendo: 

"Porque Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino de poder, de amor y de dominio propio".
(2 Timoteo 1:7)

Es decir, que todo tipo de miedo no viene del Eterno Dios, ni Su voluntad es que estemos angustiados, afligidos y menos temiendo a algo. 

Sin embargo, algunas veces estamos temerosos; algunas veces este “espíritu de temor” nos vence, y para vencer este temor necesitamos confiar en y amar a Dios totalmente. Primera de Juan 4:18 nos dice: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.” Sin embargo, nadie es perfecto, y el Eterno Dios lo sabe. Así que Él ha esparcido generosamente ánimo contra el temor a través de la Biblia.

Comenzando desde el libro del Génesis y continuando a través de toda la Biblia hasta el libro de Apocalipsis, Dios nos dice “No temas.”

Uno de los problemas que tiene este sentimiento de inseguridad e impotencia es que termina convirtiéndose en una profecía autocumplida en la que no sólo nos vemos incapaces de hacer lo que no sabemos, sino que terminamos fracasando en aquello en lo que éramos maestros. 

Una estrategia para garantizarnos ese inyección de autoestima es localizar una de esas fobias que hemos arrastrado a lo largo de toda nuestra vida (miedo a las alturas, hablar en público) e intentar hacerle frente. Si lo conseguimos, no sólo habremos superado un obstáculo, sino que recobraremos la confianza perdida. Incluso si fracasamos, el intento nos recordará que no somos unos cobardes.

9º - Haz algo nuevo.


Siempre tengamos en cuenta que el Eterno Dios es un creador, un innovador. Al final de la Biblia, en Apocalipsis 21:5, está escrito: El que estaba sentado en el trono dijo: “¡Yo hago nuevas todas las cosas!” Alabemos a Dios cuya misericordia es nueva cada mañana y quien nos asegura nuestro lugar en la nueva creación.

Todos estamos creados a la imagen de Dios (Imago Dei) y muchas personas muestran una gran creatividad. Podemos reconocer que el cambio es parte de la vida y aceptar ideas nuevas de las personas en nuestras comunidades. A menudo los jóvenes están llenos de ideas. Las personas mayores deben proporcionar la oportunidad para hablar sobre esas ideas y ayudar a los jóvenes a desarrollar respuestas a los desafíos con los que se enfrentarán más adelante en la vida. No todas las ideas nuevas son ideas buenas, de manera que es importante buscar consejo y probar las ideas nuevas para asegurarnos unos a otros que los cambios que ocurran sean consistentes con los propósitos incambiables del Eterno Dios.

Una reciente investigación señalaba que la felicidad tiene forma de “U”, es decir, que los momentos álgidos de la vida se encuentran a los 20 y a los 70 años. ¿Por qué a los veinte? Porque en ese momento, la mayor parte de experiencias que tenemos son vividas por primera vez y la vida parece ofrecer una infinita gama de posibilidades en el futuro. Sin embargo, a medida que el tiempo pasa, es cada vez más difícil escapar de la rutina y encontrar algo verdaderamente nuevo. 

Cuando creamos que no somos capaces de hacer nada, busquemos algún reto que no nos hayamos planteado con anterioridad y afrontémoslo.

10º - Pasea.

¿Nada de lo anterior ha funcionado? Quizá todo sea tan fácil como salir a dar una vuelta y, de esa manera, desengrasar nuestra mente. Es una de las maneras más sencillas y baratas de acabar con la fatiga mental, tal y como demostró este mismo año un estudio realizado por la Universidad de Escocia, que indicaba que algunas de las peculiaridades de los paseos por el parque (como la llamada “fascinación suave”) nos ayudaban a resetear nuestro cerebro y a recuperar la concentración. En definitiva, a volver al punto cero y recuperar la confianza. 

Después de exponer mi "decálogo" contra el pesimismo le digo a cada uno de ustedes:

Cuando hayas hecho todo por luchar, pero no puedas sostener más en alto la cabeza y el final de la lucha te deja cansado, derrotado, sangrando, aturdido, adolorido, cuando hayas orado, qué lo mejor es que ya suene la campana anunciando el fin de la pelea ¡Ponte sobre tus pies, refúgiate en los brazos del Señor y sonríele a la derrota! 

¡Esa es la verdadera manera de salir victorioso!

Cuando estés cansado de los duros golpes, y te hayas estrellado contra todo, y nadie te ofrezca una mano de ayuda; cuando ninguno de tus planes, tus mejores sueños salgan de la manera que planeaste, y hayas perdido toda la energía y estés dispuesto a renunciar y a abandonar todo porque la vida te resultado un fracaso…

¡Anda, comienza de nuevo!

1 comentarios:

LO PRACTICARE APOLTOL GRACIAS POR SUS DOCTRINAS SON DE MUCHA AYUDA

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