martes, 29 de julio de 2014

¿Qué era el Atrio de los Gentiles?


Primeramente señalaré que el término "gentiles/paganos" proviene del latín gens, de donde proviene la expresión "gentil". Esta palabra, usada por los patricios de Roma, daba la idea de "nación extranjera" en contraposición al pueblo romano, (populus romanus). También añadiré que "gentil" o "pagano" es la traducción del hebreo goi/goyim, que aparece 561 veces en el Antiguo Testamento, y del griego ethnos/ethnê, que aparece no menos de 162 veces en el Nuevo Testamento. Ambas expresiones (la hebrea y la griega) significan "los que son del mar de gente".

Ahora, los invito a considerar la estructura y disposición del Templo de Jerusalén, particularmente en los tiempos de Yeshúa, que es cuando el atrio de los gentiles funcionaba.

Todos ustedes saben que el primer Templo, construido por Salomón en el año 950 a.C., fue destruido por los babilonios en el año 586 a.C. 

A su regreso del exilio en Babilonia, los judíos levantaron otro más pequeño, entre el 520 y el 516 a.C. 

En estos dos momentos del Templo de Yahvéh no había ningún atrio de los gentiles en los planos arquitectónicos que el Eterno Dios suministró para el templo de Salomón ni en el de la visión de Ezequiel; tampoco había ninguno en el templo que reedificó Zorobabel.

El atrio de los gentiles fue edificado por Herodes el Grande, un rey edomita (descendiente de Esaú o Edom), que pretendía glorificarse y ganarse el favor de Roma, la autoridad imperial que lo había colocado como rey de los judíos por imposición. 

Entre los años 20 o 19 a.C., el rey Herodes dio inicio a los grandes trabajos de renovación, casi de reestructuración, del Templo de Jerusalén, el segundo, el que fue construido después del exilio. 

El historiador judío Josefo nos cuenta en su libro "Antigüedades", que al comienzo de la obra fue necesario contratar a 10.000 obreros laicos (canteros, carpinteros, plateros, orfebres, fundidores de bronce...) y 1.000 sacerdotes adiestrados en albañilería para encargarse de los trabajos de construcción de los recintos sagrados ya que para los laicos estaba prohibido pisar esos lugares.


El nuevo Templo resultaba grandioso. Tenía la misma estructura básica del Templo de Salomón, pero era mucho más grande era la grandeza indescriptible de mármol y oro. Construido sobre los planos del primero, de piedra blanca, realizado con placas de oro, se erguía en el centro de una explanada de 480 metros de largo por 300 metros de ancho, cubierta de mosaicos de colores, desde la que se domina toda la ciudad con sus pórticos de soberbias columnas de mármol, despertaba la admiración de todo el Mediterráneo.

Su estructura básica fue concluida después de diez años. El Templo de Herodes era tolerado por los judíos, dado que tenía señales visibles de la presencia pagana. A la fortaleza Antonia , en su esquina noroeste, era donde los sacerdotes iban a buscar sus vestimentas sagradas. Allí residía el procurador romano, y se alojaba también la guarnición romana. Además de eso, su construcción de estilo helenístico no ayudaba a su plena identidad judaica. El Templo, como veremos, se había convertido en un instrumento ideológico-religioso de la dominación económica, social y política romana. 

Además de las áreas reservados a los miembros del pueblo de Israel (hombres, mujeres, sacerdotes) en este templo había un espacio en el que todos podían entrar, judíos y no judíos, circuncisos e incircuncisos, miembros o no del pueblo elegido, personas educadas en la Ley y personas que no lo eran. Aquí se reunían rabinos y maestros de la Ley dispuestos a escuchar las preguntas de la gente sobre el Eterno Dios, y a responder en un intercambio respetuoso y misericordioso. Este espacio era el atrio  de los gentiles o paganos, en latín el atrium gentium, un espacio que todos podían atravesar y en el que podían permanecer, sin distinciones de cultura, lengua o profesión religiosa, un lugar de encuentro y diversidad. Era una zona que Herodes hizo construir para congraciarse con los romanos.

Había que pasar por varios atrios o terrazas para llegar al edificio central, que era el santuario en sí. Cada uno de esos sucesivos atrios tenía un mayor grado de santidad. Entonces las terrazas incluían tres atrios:


  • El primero accesible a todos se llamaba el Atrio de los Gentiles contaba con hermosos pórticos que se llamaban Pórtico de Salomón y Pórtico Real. El primer pórtico era el lugar dónde el Mesías, y más tarde la comunidad apostólica de Jerusalén, acostumbraban a juntarse para adorar al Eterno Dios:  “Y Jesús andaba en el templo por pórtico de Salomón”(Jn. 10:23). “Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón” (Hechos 3:11). Lo utilizaban los muchos gentiles incircuncisos que deseaban hacer ofrendas al Eterno Dios de Israel.
  • El segundo atrio, llamado Atrio Interior era reservado para los judíos que se congregaban para adorar en las distintas convocaciones divinas. SE se dividía en dos partes: El Atrio de las mujeres y el Atrio de los israelitas o judíos.
  • El tercer atrio, llamado el Atrio de los Sacerdotes era el espacio donde estaba el altar de los holocaustos. En la parte recóndita del edificio estaba el Templo o Santuario con las tres partes tradicionales: el vestíbulo, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. 

Cómo podrán notar este Templo en su interior, (a diferencia del Tabernáculo que sólo disponía de un atrio), disponía de "falsos espacios comunes": el atrio de los gentiles, el atrio de las mujeres y el atrio de los judíos. Estos servían sólo para manejar y contener a las masas, ya que el Eterno Dios había dado instrucciones precisas a Israel de cómo debían tratar a los extranjeros. Si ellos aceptaban formar parte del pueblo de Dios, aceptando las Leyes y mandamientos que les había dado, debían contarlo como uno de ellos (Exodo 12:48; 22:21 y Levítico 19:33-34).

La construcción nos muestra ya una estructuración ideológica, pues el pasaje hacia cada una de estas partes del Templo se hacía subiendo cada vez más peldaños, hasta llegar al santuario, al igual que al Santo de los Santos, lugar de acceso al Sumo Sacerdote, quien en la época de Jesús era puesto y depuesto en diferentes momentos, tanto por Herodes como por los romanos. Con esto el Templo perdió la dignidad del período asmoneo, cuando los sumos sacerdotes eran sucedidos hereditaria- mente.

Aún más. Veáse que la estructura ascendente indicaba que los sacerdotes estaban más próximos a Dios, y por eso ejercían el poder. Se trata de una mitificación religioso-ideológica que legitimaba el statu quo . 

Al cruzar el atrio de los gentiles, había un muro de 1,3 m. de alto con espacios abiertos para pasar.

En la parte superior había grandes piedras que llevaban una advertencia en griego y en latín. La inscripción en griego decía: “A ningún extranjero se le permite estar dentro de la balaustrada y del terraplén en torno al santuario. Al que se le encuentre será personalmente responsable de su propia muerte”.

Cuando una chusma atacó en el templo al apóstol Pablo, se debió a que los judíos rumoreaban que había introducido a un gentil dentro de la zona prohibida.

En sentido estricto, este atrio exterior no formaba parte del templo. Su suelo no era sagrado, y cualquiera podía entrar en él. Una serie de columnatas rodeaban el atrio de los gentiles. (Juan 2:13-17; Mt 21:12, 13; Marcos 11:15-18). En el sector del atrio de los gentiles estaba el mercado de animales para el sacrificio y el cambio de monedas para las ofrendas del templo.


Los ciegos, los cojos y los gentiles incircuncisos podían entrar en el atrio de los gentiles y se colocaban preferentemente en este lugar (Mateo 21:14, 15). 

Además, fue en este lugar donde Jesús en diversas ocasiones se dirigió con sus enseñanzas a las muchedumbres, y dos veces expulsó a los cambistas y a los comerciantes diciendo que habían deshonrado la casa de su Padre (Mateo 21:12, 13; Juan 2:13-22).

Justamente, la purificación del Templo, con la expulsión de los vendedores y cambistas, debe ser vista en el evangelio de Mateo dentro de un orden muy intencional: 
1) Mt. 21, 1-11: Jesús, el Rey y Mesías, entra y es aclamado en Jerusalén por el pueblo. Jesús, el Mesías, toma posesión de la ciudad; 
2) Mt. 21, 12-17: Jesús, como Mesías y Rey, toma posesión del Templo. La purificación es un acto de posesión, pues un nuevo orden se inicia. 

El clima es el del Día del Señor, dado que la purificación es seguida de la curación en el recinto sagrado de los ritualmente impuros. En efecto, los ciegos y los cojos son curados, en un verdadero clima apocalíptico; es como si la revelación del Día del Señor ya comenzara a ocurrir. 

Lo que era sustentado por la oligarquía religioso-política como puro tiene que ser purificado, por cuanto no lo era. Los hijos de Israel ciegos y cojos, eran clasificados como impuros por los mismos religiosos, y por eso tenían prohibido entrar en el santuario. Ahora ingresan en él y son purificados por el verdadero Señor, Jesús. Es, de hecho, el día de la visitación de Israel, de Jerusalén y del Templo, por el Señor. 
El mensaje profético del Mesías es bien claro: el reino de los sacerdotes se ha apropiado de lo sagrado y de la causa del Eterno Dios para servir a sus intereses. Ellos, en nombre de Yahvéh perpetuaron la opresión y el engaño contra el pueblo al que debían servir. 

El amado Señor conservará, en esta actitud purificadora y profética,  la plena vigencia la palabra de lo profetizado por Oseas: 


“Aprende lo que significa: misericordia quiero y no sacrificio”. 





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