La reciente elección de Mario Monti como primer ministro italiano
(además de otros líderes europeos) pone en evidencia al que quizá sea el
verdadero poder detrás de las ilusorias soberanías nacionales: Goldman
Sachs, el "calamar vampiro".
Europa atraviesa por una de las mayores
crisis financieras de su historia y sin duda la más severa de las
últimas décadas, situación que ha llevado a la renovación de algunos de
los líderes económicos y políticos protagonistas de este problema.
Entre estos destacan las más recientes
sustituciones de los primeros ministros de Grecia e Italia y del
presidente del Banco Central Europeo, puestos que ahora ocupan Lucas
Papademos, Mario Monti y Mario Draghi, respectivamente. Sin embargo, más
allá de que su elección sea noticia por haberse dado en estos últimos
días, lo más notable es que los tres tienen un pasado laboral común:
todos trabajaron para el gigante financiero Goldman Sachs. Draghi fue
vicepresidente para Europa de la firma entre 2002 y 2005, Monti es
consejero internacional desde 2005 y Papademos operó cuando fue
presidente del Banco Central Helénico (1994-2002) un fraude que terminó
beneficiando a Goldman Sachs.
Asimismo, una parte de responsabilidad
de la debacle griega le corresponde a Draghi, quien como encargado de
“empresas y países soberanos” dentro de Goldman Sachs vendió los
llamados “swap” al gobierno griego, productos financieros con los que la
firma facilitó el préstamo de mil millones de euros al país sin que
estos se consideraran dentro de su deuda pública. Aunque gracias a un
seguro contratado, Goldman Sachs no perdió nada en la transacción y al
final vendió los swap al Banco Nacional de Grecia.
Pero eso son apenas tres nombres en una
lista de varios otros personajes no menos importantes de la escena
económica europea actual que también, de una u otra forma, tienen o
tuvieron algún tipo de relación con Goldman Sachs, corporación que ha
sabido infiltrarse —no por azar— en las altas esferas de la política
económica de los distintos países que integran la Union Europea y
también de sus organismos financieros supranacionales, creando una
delicada zona en la que sus intereses entran en conflicto con los que
supuestamente deberían considerar primero los gobiernos elegidos por los
ciudadanos. Al respecto Stephen Foley apunta:
Ese es el Proyecto
Goldman Sachs. En pocas palabras, mantener a los gobiernos cerca. Todo
negocio quiere promover sus intereses con los reguladores que pudieran
obstaculizarlos y con los políticos que pudieran hacerles una rebaja en
los impuestos, pero esto no es un mero esfuerzo de cabildeo. Goldman
está ahí para proporcionar consejo a los gobiernos y proporcionar
financiamiento, para enviar a su gente al servicio público y para tentar
con trabajos lucrativos a la gente que sale del gobierno. El proyecto
es crear un intercambio tan profundo entre personas e ideas y dinero que
sea imposible distinguir la diferencia entre los intereses públicos y
los intereses de Goldman Sachs.
Por si esto fuera poco Goldman Sachs, el
banco que el analista financiero Matt Taibbi llamara “un calamar
vampiro asfixiando a la humanidad”, ha logrado ocupar una posición de
privilegio dentro de los gabinetes financieros de Estados Unidos,
prácticamente dictando la política económica de este país y borrando las
fronteras entre gobierno y corporaciones, algo que Benito Mussolini
definiera como “fascismo”.
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