Bajo una retórica de oponerse a la idolatría del mercado, el Vaticano llama a la creación de un banco central mundial con atributos supranacionales, sospechosamente rayando con el sueño totalitario del Nuevo Orden Mundial.
El Vaticano pidió este lunes el establecimiento de una “autoridad global pública” y de un “banco central mundial” para que rija sobre las instituciones financieras. Este llamado se hizo bajo la retórica de la crítica del mercado.
El Pontificio Consejo para 'Justicia y Paz' del Vaticano, presidido por el cardenal Peter Turkson, considera "surrealista" y "anacrónico" que se mantenga con la globalización el orden internacional nacido de la Paz de Westfalia (1648) , por lo que aboga por que los Estados cedan de manera gradual parte de sus soberanías a una Autoridad Política Mundial y un Banco Central Mundial.
El dicasterio vaticano reclama que esta Autoridad tenga "un horizonte planetario" y esté formado por "super-partes según el principio de subsidiariedad". Es decir, que sea "la expresión de un acuerdo libre y compartido" entre países dirigidos por la Organización de las Naciones Unidas.
El objetivo de esta autoridad sería "crear mercados eficientes y eficaces para que no estén protegidos por políticas nacionales paternalistas". En opinión del Vaticano, el Fondo Monetario Internacional (FMI) "ha perdido su capacidad de garantizar la estabilidad financiera global", por lo que es necesaria la creación de un banco central mundial.
Este organismo "regularía el sistema de los cambios monetarios" y las actividades "bancarias y financieras" basándose en "lo espiritual y la ética". Entre sus funciones estaría imponer tasaciones a las transacciones financieras para la constitución de una reserva mundial que ayude a los países en crisis.
“En un futuro próximo, necesitaremos una organización que cumpla las funciones de banco central mundial, que regule los sistemas monetario y financiero”, dice el comunicado publicado por el Consejo Papal de Justicia y Paz.
“La crisis económica y financiera que atraviesa el mundo pide que todos, individuos y grupos, examinen a profundidad los valores culturales y morales en la base de la coexistencia social”, agrega el documento emitido por la Santa Sede. El documento, además, condena la idolatría del mercado y la ambición sin medida característica del sistema actual.
Propone entonces la creación de una “autoridad supranacional” de alcance global con "juridsicción universal” para guíar decisiones políticas y económicas.
Aunque Reuters quiere hacer pasar estas declaraciones como una especie de solidarización del movimiento Occupy Wall Street y de protesta en general contra el sistema financiero global, hay que ser cautos al leer lo que dice el Vaticano. La protesta en contra del sistema financiero global se basa en que ciertos organismos tienen demasiado poder y que lo ejercen de manera que incrementa la desigualdad. Darle un poder casi absoluto a una institución supranacional, significaría someter al mundo entero a las decisiones de un organismo que hay que ser ingenuos para pensar que sería nombrado y controlado democráticamente por y para la mayoría. Lo que busca (o debe buscar) el movimiento contra el sistema financiero global es la posibilidad de dinamizar la economía de manera local e independiente, fuera de los tentáculos vampíricos de los grandes bancos.
¿Acaso lo que estamos viendo es un intento por parte del Vaticano, un tanto deseseperado, de cooptar el movimiento de protesta y resignificarlo a favor del largo sueño del nuevo orden mundial?
Un banco mundial, un gobierno mundial son ciertamente grandes ideales dignos de una humanidad que sinceramente no somos todavía. En el estado actual significan exponenciar el actual sistema elitista e incrementar el poder de los “amos” para manipular el orden las cosas.
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