Por María José Esteso Poves
Periódico Diagonal
Más de 47 millones
de hectáreas de tierras se han vendido en todo el mundo, según el Banco
Mundial 30 millones del total son terrenos de África, aunque este
organismo internacional admite que la falta de transparencia de las
transacciones podría elevar las cifras. Organizaciones independientes
como Global Land Project apuntan a que sólo en África se han vendido 63
millones de hectáreas a inversores extranjeros. Es lo que ya se conoce
como acaparamiento de tierras.
Mientras, el hambre se ceba con este continente. Más de 10 millones de personas en el Cuerno de África sufren una de las peores hambrunas.
Este verano, la Agencia de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO) hizo un llamamiento a la comunidad internacional
para asistir a miles de personas de Somalia, pero también de Eritrea,
Etiopía, Kenia, Yibuti y norte de Kenia.
‘Razones’ del hambre
La
FAO explica que la causa de la hambruna en el Cuerno de África es la
peor sequía que sufre la región desde hace 30 años. Sin embargo, no
se menciona la venta de tierras a multinacionales como uno de los
fenómenos más graves que impide a la población de estos países ricos en
recursos naturales el acceso a los alimentos.
Organizaciones
sociales, ambientales y campesinas, como las ONG Grain y Vía Campesina,
entre otras, denuncian la presencia de fondos de pensiones y
multinacionales de la agroindustria en sus tierras. Desde 2008,
trasnacionales y algunos Estados ricos se lanzaron a la búsqueda de
tierras fértiles debido a la subida del precio del petróleo, que
encareció también el precio de los alimentos.
Los gobiernos
africanos dieron la bienvenida a estos inversores, que se encontraron
con tierras fértiles, agua, salarios bajos e incluso subvenciones de los
Estados africanos. Gran parte de la producción se está destinando a los
biocombustibles, otra parte a garantizar la soberanía alimentaria de
países importadores de alimentos.
Esta política neocolonialista ha sido impulsada por el Banco Mundial
y la propia FAO, además de organismos como la agencia de Comercio y el
Desarrollo de Naciones Unidas o el Fondo Internacional de Desarrollo
Agrícola, sustentada por bancos privados como el Banco Islámico de
Desarrollo, con sede en Arabia Saudí.
La FAO, en su informe sobre
el Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo, (2010), asegura que
de los 6.700 millones de habitantes que hay hoy el planeta, 925
millones sufren hambre crónica. Y estima que en 2050 la población
mundial se elevará a 9.100 millones. Por eso apunta que “será necesario
cultivar, de manera efectiva, miles de hectáreas hasta ahora
desaprovechadas, sobre todo en países subdesarrollados”.
En África, el 80% de la población subsiste gracias a la agricultura familiar.
Además, en muchos países las tierras son comunales, pero los acuerdos
entre los gobiernos africanos y las multinacionales no son claros. Ni
siquiera para el Banco Mundial, que admite la falta de transparencia en
las transacciones. Esta política ha expulsado ya a miles de familias de
sus tierras y pone en peligro su soberanía alimentaria.
India, Arabia Saudí y China son los primeros compradores de tierras del continente africano.
Pero también Kuwait, Qatar, Bahrein y empresas de Suecia, Alemania o
Reino Unido que han suscrito acuerdos con Angola, Kenia, Zambia,
República Democrática del Congo, Mozambique, Senegal, Mali, Sudán,
Suazilandia, Botswana, etc.
Tierras ‘no aprovechadas’
Según
Gustavo Duch, activista y experto en soberanía alimentaria, esta
política supone “un duro ataque a la soberanía alimentaria de los
pueblos”. Además, frente al argumento oficial de que son tierras
“desaprovechadas”, Duch explica que “esas tierras ‘inhabitadas’, como
dicen, son bosques o campos que ofrecen frutos, leña y caza para muchas poblaciones, tierras que son pequeños huertos, son pastos comunales para el ganado local que están perdiendo esas funciones”.
Etiopía
(82 millones de habitantes) es uno de los países que más tierras ha
vendido y alquilado durante años a las transnacionales. Según el
presidente etíope, Meles Zenawi, más de 2.500 kilómetros de tierra
fértil en la región de Gambella se han alquilado a 36 países. Más de
15.000 etíopes van ser realojados este año para “darles mejor acceso al
agua, escuelas y transporte” en el departamento de Gambella. El Gobierno
asegura que son realojos “voluntarios” y que el motivo es el
acaparamiento de sus tierras.
En esa región, la multinacional
india Karuturi, radicada en Bangalore, una de las 25 empresas de la
agroindustria más potentes del mundo, ha alquilado 311.000 hectáreas de tierras para producir arroz que irá a parar a la India,
según denuncia el Consejo de Justicia de la etnia Anuak. También en
Etiopía, el millonario saudí Al Amoudi, a través de la compañía Star, ha
invertido más de 2.000 millones de dólares en la compra de tierras en
Etiopía. Mientras, miles de personas de la región Ogaden, al sureste del
país, corren el riesgo de morir de hambre según la FAO, debido a que el
Gobierno niega la ayuda internacional a la zona. Etiopía es uno de los
mayores receptores de ayuda humanitaria del mundo, al tiempo que dedica
la mitad de su presupuesto a gastos militares.
En el mismo continente, inversores de Arabia Saudí tienen proyectado cultivar en el valle del río Senegal 120.000 hectáreas
para producir un billón de toneladas de arroz que se transportarán a
este país del Golfo Pérsico. Esta inversión, codirigida por el hijo del
presidente, forma parte del denominado proyecto 7x7, ahora Agro-globe,
de Foras International Investment Company, grupo de inversión de la
Organización de la Conferencia Islámica (OCI), integrada por 57 Estados.
La compañía Foras asegura que en siete años se producirán siete
millones de hectáreas en tierras de regadío. La misma operación se
llevará a cabo en terrenos de Mali, donde Foras ha adquirido 5.000
hectáreas más. El proyecto también se va a extender a Mauritania,
Nigeria y Sudán.
China, socio preferente en el continente
africano, donde ha invertido grandes cantidades en infraestructuras, ha
adquirido también millones de kilómetros en tierras. Beidahuang Group,
la primera empresa de la agroindustria china, cuenta ya con dos billones
de hectáreas en varios continentes, sobre todo en África.
Pero es India la que está a la cabeza del acaparamiento de tierras. Según The Economist Times,
más de 80 compañías indias han invertido en cultivos en Kenia, Etiopía,
Madagascar, Senegal y Mozambique destinados al mercado hindú. El
listado de países africanos que han entregado sus tierras es largo.
Entre ellos Mozambique, donde se calcula que se ha vendido el 20% de las
tierras de cultivo. Por su parte, la República Democrática del Congo alquila a empresarios de la agroindustria de Sudáfrica diez millones de hectáreas
por un periodo de 90 años, y algo muy parecido ocurre en Sudán. Por su
parte, el Banco Mundial, ante la resistencia de las comunidades locales
al acaparamiento de tierras, ha creado los llamados Principios de
Inversión Responsable, una serie de condiciones, no vinculantes, que
pretenden ‘legalizar’ estas transacciones.
Más de 500
organizaciones campesinas, organizaciones no gubernamentales,
ambientales y sindicatos hicieron en junio un llamamiento contra el
acaparamiento de tierras durante la reunión en París del G-20. Esas
mismas organizaciones se darán cita entre el 17 y el 20 de noviembre en
Nyeleni (Mali) para unir estrategias frente a la venta de tierras.
Pero
los planes no cambian. El economista neoliberal Jeffrey Sachs,
responsable del proyecto Aldeas del Milenio, de la ONU, cuya trayectoria
repasa La Doctrina del Shock, de Naomi Klein, explica en un
artículo publicado en agosto que en el Cuerno de África hay esperanza
porque empresas como “Ericsson, Airtel, Novartis y Sumitomo Chemical”
están participando en iniciativas para “ayudar a las comunidades de
pastores pobres”. Y añade Sachs que afortunadamente “varios países de la
península Arábiga (...) están mostrando una alentadora disposición a
ayudar” al Cuerno de África.
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