viernes, 25 de enero de 2013

Los illuminatis y sus protocolos cainitas para instaurar el Nuevo Orden Mundial

P.A. David Nesher

En este análisis profético pretendo exponer una breve enseñanza para captar con mayor y mejo discernimiento la crisis económica en la que hoy estamos sumidos. Por medio de esta información se comprenderá cuáles son sus antecedentes y sus posibles peligros para el concepto de  “Soberanía Nacional” que desde nuestra niñez hemos recibido y que garantiza la permanencia del Estado como entidad rectora del orden.

En primera instancia, será bueno recordar lo que el célebre banquero illuminati David Rockefeller dijo en cierta oportunidad: 

“De lo que se trata es de sustituir la autodeterminación nacional que se ha practicado durante siglos en el pasado, por la soberanía de una élite de técnicos y de financieros mundiales”. 

Estas palabras dejaron en evidencia que las pautas que la élite internacional ha tenido trazada en sus mentes desde tiempos remotos, es no permitir la trascendencia de los pueblos custodiados por sus instituciones estatales.

Realizando una serie de investigaciones, a lo largo de estos años, encontré que la mayoría de los analistas parecen coincidir en afirmar que el Nuevo Orden Mundial es una idea que parte del alemán Adam Weishaupt.

Este varón expresó en uno de sus discursos los siguientes lineamientos:

“Es preciso establecer un régimen de dominación universal, una forma de gobierno que se extienda por todo el planeta. Es preciso conjuntar una legión de hombres infatigables en torno a las potencias de la tierra, para que extiendan por todas partes su labor siguiendo el plan de la Orden”
(Adam Weishaupt, fundador de los “Illuminati”).

Antes de continuar con el análisis, será conveniente aportar que Weishaupt, fue un profesor de derecho canónico en la Universidad de Ingolstadt. Desde esta posición fundó en el año 1776, bajo el sobrenombre de “Spartacus” una sociedad secreta denominada primero "los Perfectibilistas". Más tarde, y por razones que ahora no vienen al caso, esta sociedad secreta pasó a llamarse "los Iluminados de Baviera". Pero, según pasaron los años, la expresión que los popularizó a la fama fue “los Illuminati”. Desde su nacimiento, los illuminati solamente tuvieron en claro que su existencia perseguía el propósito de derrocar a los reyes y gobernadores de todo el mundo, erradicar a todas las religiones y creencias, y acabar, de este modo, subyugando a todas las naciones bajo un "nuevo orden mundial". Todo esto se lograría a través de la introducción de un sistema político-económico basado en un sistema de gobierno internacionalista con una moneda única y una religión universal, donde, según sus creencias, cada persona lograría la perfección.

Esta orden, desglosada de la masonería, se inspiraba en los rituales masónicos, imitaba sus ideales, pero perseguía tener una ingerencia más dominante sobre las masas internacionales. Aquella orden terminó su corta vida en el año 1784 y desapareció a fines del siglo XVIII. Lo que sí perduró en el tiempo fue toda su ideología y proyecto de gobierno a tal punto que hoy día sus ideas continúan perennes gracias a los protocolos económicos y políticos que sostienen a las fundaciones ligadas a los clanes Rockefeller y Rothschild.

En la actualidad, los promotores de este Nuevo Orden Mundial parten de las siguientes premisas:

1º- El sistema político democrático está agotado. Por ello, las masas populares deberán ser empujadas poco a poco a la indignación con el fin de provocar protextas masivas que acepten una nueva fuerza de propuesta política de gobierno.
2º- El sistema económico capitalista está agotado. 
3º- Las religiones monoteístas son un obstáculo para el Nuevo Orden. Por ello, las masas devotas deberán ser manipuladas por un sutil proselitismo materialista hasta que se sientan agotadas de creer y ejercer algún tipo de fe.

Estos protagonistas invisibles de las élites del gran dragón escarlata se ha estado movilizando en los últimos cuarenta años sin utilizar la violencia. Ellos han venido diseñando y llevando a cabo, durante ese tiempo, un complejo conjunto de acciones para conseguir como producto un «ciudadano pacífico» que acepte de buena gana su Nuevo Orden. Por supuesto que hablamos de un nuevo orden inspirado en el antiguo ideal masónico: el hombre rebelde que implantara la generación de Caín. 

Todo hay que decirlo sin plantear objeciones de ningún tipo, siguiendo al pie de la letra una estrategia fundamental:

"Mejor que hacer uso de un proceso violento que pueda antojarse inaceptable y generar una rebelión, es mejor hacer uso de un proceso gradual, presentándolo de una manera tan atractiva que lo haga aceptable para la mayoría de la población” 
(Bzigniew Brzezinsky).

En estos momentos, las estructuras de poder mundial se están jugando la conquista del planeta para reconfigurarlo y desde esto reorganizarlo según los intereses egoístas de estas élites. Cada integrante de estas sociedades y/o "fundaciones" actúa por las naciones haciendo caso omiso de las necesidades reales de una humanidad. A estos siervos con genética reptiliana no les interesa que los seres humanos, en su vasta mayoría, sufran penurias gracias a un sistema económico, político y financiero que, me atrevo a decir, ha sido construido sobre la más completa amoralidad y falta de ética. Los cimientos desde los cuales se edifica esta casa carecen de las palabras del Mesías, por lo tanto, son fundamentos de arena que ante la menor manifestación climática (vientos, lluvias, etc.) no prevalecen (Mateo 7: 24-25).

En los últimos años, el dinero fácil y barato generó tal endeudamiento de las familias  y de los gobiernos, tan alegre como creciente, al que cada vez se fue haciendo más difícil hacer frente.

Así fue como todos, sin excepción, quedamos sumidos en una crisis que hoy está dejando cada vez más en evidencia al sistema financiero, bancario y monetario que rige al mundo desde hace décadas, y que han permitido que un pequeño conjunto de personas acumule un poder casi absoluto sobre los mecanismos que rigen el funcionamiento de la economía global.

Este poder casi absoluto es el que ha permitido la aparición de una crisis financiera al mismo tiempo y en todo el mundo, que, en nuestra opinión, puede ser cualquier cosa menos casual.

Nosotros nos preguntamos: ¿Cómo ha sido posible que se hayan podido equivocar todos los economistas de todo el mundo, todos al mismo tiempo, y todos cometiendo los mismos errores? ¿Cabe pensar que todo esto es algo que haya sobrevenido por mera casualidad? ¿Cómo ha sido posible que haya sobrevenido en todo el mundo un colapso económico tan repentino e inadvertido, como catastrófico? Será interesante, para encontrar estas respuestas, traer a mención primeramente las palabras de Nelson Rockefeller en la Cena de los Embajadores de Naciones Unidas del año 2005:

“La actual ventana a la oportunidad para que quizá un nuevo orden mundial se construya, no estará abierta durante mucho tiempo. Estamos al borde de una transformación global. Todo lo que necesitamos es una gran crisis y las naciones aceptarán el Nuevo Orden Mundial.” 

Desde esto discernimos con claridad que la principal causa de este colapso no han sido los “malos negocios”, sino el endeudamiento peligroso permitido, y hasta fomentado por los propios grandes bancos internacionales. Bancos que tiene como dirigentes a aquellos que forman parte,en su mayoría, de organismos privados de promoción del Nuevo Orden Mundial. Así, es cada vez más razonable pensar que, en realidad, se trata de una crisis económica artificial, provocada por algunos para generar en todo el mundo una sensación creciente de pánico que convenga a sus intereses.



Desde mi perspectiva profética, la crisis económica que padecemos está sirviendo a la implantación del Nuevo Orden Mundial en la medida que está obligando a los Gobiernos a dirigirse al capital privado para conseguir préstamos. De ese modo, se genera automáticamente las condiciones más idóneas para que los detentadores de los monopolios del dinero, puedan, llegado el caso, llegar a sumergir al Estado en una situación muy peligrosa. Esos préstamos, que ya constituyen desde el primer momento una carga creciente para el conjunto de una nación, pueden terminar dando como resultado una pérdida de la soberanía nacional directamente proporcional a la deuda contraída.

Estamos siendo testigos del cumplimiento de lo anunciado por el Espíritu de la profecía a Juan en Patmos:
"Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis." 
( Apocalipsis 13:16-18 )

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