lunes, 1 de septiembre de 2014

"La obediencia no es adoración a Dios"... ¡palabras de una famosa heresiarca!

"Lo que si les ordené fue lo siguiente:
Obedézcanme. Así yo seré su Dios, y ustedes serán mi pueblo. 
Compórtense de acuerdo a todo lo que yo les ordene, a fin de que les vaya bien ”.
(Jeremías 7:23)
El matrimonio Osteen con una sonrisa que durará muy poco tiempo en sus bocas

Y de repente, este mandato de Yahvéh, que el profeta Jeremías revela en su mensaje, se convierte en una palabra profética fuera de tiempo. ¿Por qué expreso esto así? Porque según las expresiones de la pastora Victoria Osteen (esposa del heresiarca Joel) la obediencia no es adoración a Dios. 

Encontré un video, grabado recientemente, que está circulando en la red y se ha hecho viral entre los cristianos del mundo. En el mismo aparece esta rubia apóstota pidiendo a los miembros de la Iglesia Lakewood (Houston- EE.UU.) a "hacer el bien para sí mismo", porque la obediencia, la iglesia y la adoración no son para Dios, sino más para auto-felicidad. 


Será muy importante que leas la siguiente traducción de sus dichos ejerciendo el discernimiento de espíritus que el Eterno Dios te ha otorgado y manda que uses (1Juan 4:1):

"Yo sólo quiero animar a cada uno de nosotros a darse cuenta que cuando obedecemos a Dios, no lo hacemos por Dios,-quiero decir, esa es una forma de verlo- sino que lo estamos haciendo por nosotros mismos, porque Dios se complace cuando estamos felices", declara en el segundo 36 del video sin fecha donde aparece con su marido de pie a su lado y asintiendo con la cabeza. "Eso es lo que le da la mayor alegría..."

"Por lo tanto, quiero que sepas esta mañana: Solo has lo bueno para ti mismo. Haz el bien, porque Dios quiere que seas feliz," La señora Osteen continúa con las siguientes palabras "Cuando vienes a la iglesia, cuando lo adoras, no lo estás haciendo por Dios realmente. Lo estás haciendo por ti mismo, porque eso es lo que hace feliz a Dios. Amén? "

Como podrás observar, estamos escuchando debajo de estas líneas el viejo susurro reptiliano humanista, que viene sonando en el alma del hombre caído desde el Edén: "no se trata de Dios y Su Voluntad, sino de ti y tus deseos". Es el humanismo manifestado en plataformas religiosas y conduciendo las conciencias humanas a la aberración de la idolatría, expresada en sus tres grandes lineamientos: individualismo, utilitarismo y hedonismo. De este modo se  consigue que el ser humano desprecie la naturaleza santa de Yahvéh y su demanda de ser adorado en Espíritu y en Verdad, desde una mente religiosa que cree estar en lo correcto simplemente porque hace todo a su manera.

Sin embargo, al retornar a las Sagradas Escrituras, nos encontramos con dichos del salterio como este:
“No a nosotros, oh YHVH, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu verdad”. 

(Salmo 115: 1)

Entonces, nuestra mente no puede dejar de reflexionar que el fin de toda adoración es la glorificación misma del nombre del Eterno, contrariamente a lo expresado por la heresiarca Victoria al proponer la exaltación del yo (ego). 

Aunque el Eterno Dios enfatizaba los sacrificios de animales en la Antigua Alianza, realmente valoraba más la obediencia que los sacrificios.

Cuando el rey Saúl desobedeció a Yahwéh en nombre del sacrificio, el profeta Samuel dijo:
"¿Qué le agrada más al Señor: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice? El obedecer vale más que el sacrifico, y el prestar atención, más que la grasa de carneros..." 
(1 Samuel 15:22)

La desobediencia del rey Saúl mostró su falta de fe y le costó el reino. Cuando desobedecemos a nuestro Señor, nos cuesta la bendición de Su Reino, la cual es una vida abundante y fructífera en esta Tierra. No siempre vamos a entender los mandamientos del Señor, pero podemos tener fe en Su sabiduría y por nuestra obediencia demostrar que le creemos a Dios cualquier cosa que Él nos mande.

Mientras obedecemos al Eterno en fe, nuestras vidas serán de Su agrado. Dwight L. Moody, el gran evangelista del siglo XIX fue desafiado por esta declaración: "El mundo aún espera ver lo que Dios puede hacer en y a través de aquel que está completamente rendido en obediencia al Señor Jesucristo", Moody respondió: "Yo quiero ser ese hombre".

Como resultado de haber dado gloria a nuestro Señor, Dios lo usó como a ningún otro hombre de su tiempo para alcanzar multitudes con el evangelio de Cristo.

Jesús se refiere a sí mismo en Juan 15:4 como la vid y a los cristianos como las ramas. El dice: "Permanezcan en mí, y Yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí”.

Alguien debería explicarle a la pastora Victoria que permanecer es obedecer. Alguien debería enseñarle a esta orgullosa mujer que el Mesías mismo enseñó que el discípulo obediente lleva mucho fruto y su obediencia glorifica a Dios, el Padre. Es más, alguien debería leerle lo que 
Jesús dijo: "El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra vivienda en él. El que no me ama, no obedece mis palabras. Pero estas palabras que ustedes oyen no son mías sino del Padre, que me envió”(Juan 14:23-24). En el contexto mesiánico de esta enseñanza, amor es una palabra que requiere acción, y resulta en obediencia y en deseo de agradar al Eterno Dios.

Para terminar solamente diré que la cosmovisión de la señora Osteen se encuentra infinitamente alejada de aquello que expresara el predicador puritano inglés Thomas Watson, cuando ante la pregunta ¿cuál es el fin principal del hombre?" el afirmó "dar la gloria a Dios y gozarse en Él para siempre”.

Y es que el obedecer al Eterno Dios es para nuestro beneficio y está claramente asegurado en  la Torah (Instrucción) de Yahwéh:  
"Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy que ames a Yahwéh tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Yahwéh tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella". 
(Deuteronomio 30:15-16)
"Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Yahwéh tu Dios de ti, sino que temas a Yahwéh tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Yahwéh tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Yahwéh y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad?"
(Deuteronomio 10:12-13)





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