Elise Tarvainen es una experta en Educación de la Universidad de Jyväskylä, en Filandia. Este martes ha dado una conferencia, o mejor, ha impartido una clase en el WISE 2012, World Innovation Summit for Education (cumbre mundial de la innovación para la Educación), sobre «El profesor, el catalizador más importante para el éxito y la innovación en la Educación».
La sala donde esta espigada señora nórdica ha explicado el porqué de la excelencia de la Educación en su país estaba llena. Finlandia continúa de moda.
Desde luego, ha advertido que las recetas no son exportables al cien por cien, entre otras razones porque la educación es algo que está muy enraizado en la propia cultura, historia y religión. Pero sí se ha atrevido a dar unos principios generales.
El objetivo fundamental que un profesor se ha de proponer en su aula, afirma, es «excitar el deseo de aprender» y «mejorar el flujo del aprendizaje». Esto segundo se traduce en no permitir que nadie quede parado en el aula, tímido, inactivo, apático. Algo que ha puesto en práctica hasta con los periodistas que la escuchaban.
Para ello, para conseguir ese objetivo fundamental, el docente necesita cinco resortes más:
-Evaluar de un modo constructivo, dando apoyo.
-Llevar la clase de una forma cohesiva, como lo haría un buen dirigente de empresa.
-Tener una concepción integradora, conjunta, de la enseñanza y del aprendizaje.
-Emplear métodos de trabajo flexibles y variables.
-Crear entornos de aprendizaje que inspiren.
Experiencia en otros lugares del mundo.
Como se ve, son líneas generales que se podían aplicar tanto a una profesora de Uruguay, que se quejaba de que en su país compraban ordenadores para escuelas a donde todavía no había llegado la luz eléctrica, y mucho menos la conexión a internet de banda ancha; como a otra de Mozambique, para quien citar tanto las nuevas tecnologías le rechinaba, porque en Mozambique a lo mejor las escuelas no tienen ni paredes: era como querer que «la Navidad llegue en julio».
Para hacerse una idea cabal del ambiente en el aula, hay que mencionar también la intervención de un delegado de Senegal. Subrayaba que si un profesor no tiene conciencia de haber sido creado por Dios y no lo transmitía, difícilmente podía ser un buen docente. Una frase que a un representante de Nueva Zelanda, pero anglosajón de raza, parecía sonarle a chino.
Después de un trabajo en equipo y tras haber invitado a todos a contar su idea del profesor del futuro, Tarvainen ha pedido los correos electrónicos de los presentes y ha declarado con solemnidad: «Yo también voy a hacer los deberes, les pasaré un resumen de la clase».
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