El escándalo sexual del siglo XXI
Texto Tomado de: Semana
Viñeta de arriba es de la época en que Strauss-Kahn. de 62 años, mantuvo una aventura con una funcionaria del FMI. Se libró por poco. No fue sancionado y sólo admitió haber cometido un error.
Hasta ahora, los dos escándalos más impactantes de los últimos tiempos habían sido protagonizados por el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y por el financista Bernard Madoff. Uno está acusado de haber abusado de mujeres menores de edad, y el otro fue condenado tras derrumbarse la pirámide con la que evaporó 50.000 millones de dólares. Pero ambos parecen una tontería al lado del gigantesco lío de Dominique Strauss-Kahn, hasta el jueves director-gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), acusado en Nueva York de agredir sexualmente a una camarera del hotel donde se hospedaba.
¿Cómo empezó este alboroto que tiene obsesionado a Nueva York, en jaque a la economía mundial, aterrada a la política francesa y en shock a los altos círculos políticos del planeta? Todo comenzó a mediodía del sábado 14 de mayo en el Hotel Sofitel de Manhattan. Una camarera guineana de 32 años entró a la lujosa suite de 3.000 dólares la noche, en que se alojaba Strauss-Kahn. Iba a hacer el aseo, pues pensaba que el apartamento estaba vacío. De pronto, siempre según sus testimonios ante la Corte, abrió la puerta de la habitación y encontró desnudo al huésped. Pidió perdón y trató de marcharse.
Pero el hombre no la dejó. Le echó llave a la puerta, se abalanzó sobre ella, le tocó el pecho, trató de quitarle los calzones y, como pudo, la tocó entre las piernas. Strauss-Kahn perdió aún más el juicio y forzó a la víctima a practicarle sexo oral. Al final, en medio del forcejeo, la pobre mujer logró huir. Después, el diario New York Post reportó que ella, según la Policía, escupió los rastros de la escena.
Justo a las 12:28, y quizá consciente de lo que acababa de hacer, Strauss-Kahn pagó la cuenta y se marchó. Su abogado dijo después que se había dirigido a un restaurante para almorzar con su hija. Entre tanto, la camarera lo denunció. La Policía comenzó a buscarlo y solo pudo localizarlo cuando al Sofitel entró una llamada del propio personaje, en la que le pidió a un empleado del hotel que le llevara el celular, que había olvidado en la suite, al aeropuerto Kennedy, donde se disponía a abordar el vuelo 23 de Air France rumbo a París. A las 4:40 de la tarde, varios agentes abordaron la aeronave y lo arrestaron en su cómoda silla de business class.
Strauss-Kahn contrató enseguida al famoso y pintoresco abogado Benjamin Brafman, un excomediante que asesoró a Michael Jackson cuando fue acusado de abusar de menores, y compareció ante la Corte Criminal de Manhattan, donde la jueza Melissa Jackson le negó la libertad bajo fianza (él había ofrecido un millón de dólares). Argumentó que el dirigente podía irse a Francia y no regresar jamás, y lo mandó a la cárcel de la isla Rikers.
Las acusaciones contra Strauss-Kahn, quien desde noviembre de 2007 encabezaba el organismo multilateral encargado de prestarles dinero a los países en problemas, no son de poca monta. El tribunal le formuló siete cargos, y si es condenado, podría enfrentar hasta 74 años de prisión. Los más graves son intento de violación, sexo criminal y abuso sexual, así como tocamiento a la fuerza y retención ilegal. Por si fuera poco, tal como dijo el lunes en la audiencia el detective de la Brigada de Víctimas Especiales de Manhattan Steven Lane, "el sindicado trató de iniciar el coito con la presunta víctima mediante coacción a la fuerza y la sometió a contactos sexuales y, con el propósito de satisfacer su propio deseo sexual, la sometió a contacto sin consentimiento y le tocó sus partes".
No deja de ser insólito en este episodio el hecho de que un personaje como Strauss-Kahn, considerado un genio del FMI, dos veces ministro en Francia y que iba a disputar, y quizás a ganar según las encuestas, la Presidencia de ese país por el Partido Socialista (PS), haya tirado por la borda semejante carrera por un episodio como este. Es increíble que una persona como él no hubiera caído en la cuenta de que la mucama lo iba a denunciar inmediatamente, y que así iba a arruinar su carrera, su familia y la vida de la víctima.
En medio del escándalo surgieron versiones según las cuales todo había sido una conspiración de los conservadores franceses para impedir que Strauss-Kahn sucediera a Nicolas Sarkozy. Argumentaban que era extraño que no se hubieran oído los gritos de la camarera en el hotel y que desde París se había anunciado el escándalo demasiado pronto. Pero suena muy improbable que en el Palacio del Elíseo se hubiera fraguado un complot para conseguir que una mujer africana provocara el conocido desenfreno sexual y el descontrol absurdo del director del FMI, una personalidad que, antes que una pena de prisión, parece requerir un psiquiatra.
La actual (y tercera) esposa de Strauss-Kahn, la famosa periodista francesa Anne Sinclair, se apresuró a decir que le creía a pie juntillas a su marido, que a esas horas comparecía en el juzgado. El jueves 19, ante la presión de varios gobiernos, Strauss-Kahn renunció, lo que dejó al FMI en el limbo (ver recuadro). Y el viernes 20, la Corte de Manhattan lo dejó libre tras pagar un millón de dólares de fianza y entregar una caución por otros cinco. Fuera de eso, le está prohibido salir de Nueva York y debe usar un localizador electrónico. Para empeorar las cosas, la administración del lujoso edificio en el que alquiló un apartamento de 14.000 dólares mensuales lo vetó, por lo que al cierre de esta edición buscaba afanosamente otro.
Pero ¿en qué basa su defensa el abogado de Strauss-Kahn? Según Brafman, lo que sucedió en la suite del hotel no pudo haber pasado sin consentimiento de la víctima. "Ningún encuentro sexual ocurre sin la voluntad de ambas personas", dijo. Y agregó: "La evidencia forense no será consistente con la teoría de que hubo forcejeo". Esta teoría no será fácil de demostrar. Habrá que ver si los investigadores descubren rastro de ADN del director-gerente en las uñas de la camarera, lo cual podría darle fuerza a la idea de que hubo violencia física. Otro aspecto que deberá aclararse es si en el trozo de tapete de la habitación que los agentes retiraron del Sofitel hay restos de líquido seminal de Strauss-Kahn.
Y lo que es peor, los antecedentes del funcionario lo condenan. Su reputación con las mujeres era un secreto a voces entre algunos periodistas y políticos. Cualquier perfil, entrevista o artículo sobre él no podía dejar de mencionar que era un donjuán. Uno de los pocos que se atrevieron a denunciarlo fue Jean Quatremer, corresponsal del periódico Libération en Bruselas, que en 2007 escribió en su blog: "El único verdadero problema de Strauss-Kahn es su relación con las mujeres. Demasiado pesado, roza muchas veces el acoso. Un defecto conocido de los medios de comunicación, pero del que nadie habla (estamos en Francia)".
Poco después, en un programa de televisión, la periodista francesa Tristane Banon describió a Strauss-Kahn como un "chimpancé en celo". Según cuenta, en 2002, después de pedirle una entrevista para un libro, el político la citó en un lujoso apartamento, únicamente amoblado con una cama y una televisión. Primero le dio la mano, después le cogió el brazo y terminó en un forcejeo, en el que trató de arrancarle el brasier y meterle la mano entre los pantalones. El miedo a enfrentarse a un hombre poderoso y a su madre, diputada regional del Partido Socialista, la disuadieron de demandarlo.
En 2008, la parlamentaria socialista Aurélie Filipetti recordó en el diario suizo Le Temps un intento de seducción "muy pesado, muy fuerte". Añadió: "Me arreglé para nunca estar sola con él en un sitio cerrado". En Washington, en el FMI, sus instintos de casanova siguieron persiguiendo a Strauss-Kahn. The Wall Street Journal reveló, en 2008, una investigación interna que indagaba si Dominique Strauss-Kahn había favorecido a la economista húngara Piroska Nagy, con la que tuvo una aventura. El director salió limpio e hizo un mea culpa público, pero en las indagatorias Nagy dijo que "no estaba preparada para las insinuaciones del director general del FMI. Sentí que perdía si aceptaba y perdía si rechazaba".
Pero el hombre no la dejó. Le echó llave a la puerta, se abalanzó sobre ella, le tocó el pecho, trató de quitarle los calzones y, como pudo, la tocó entre las piernas. Strauss-Kahn perdió aún más el juicio y forzó a la víctima a practicarle sexo oral. Al final, en medio del forcejeo, la pobre mujer logró huir. Después, el diario New York Post reportó que ella, según la Policía, escupió los rastros de la escena.
Justo a las 12:28, y quizá consciente de lo que acababa de hacer, Strauss-Kahn pagó la cuenta y se marchó. Su abogado dijo después que se había dirigido a un restaurante para almorzar con su hija. Entre tanto, la camarera lo denunció. La Policía comenzó a buscarlo y solo pudo localizarlo cuando al Sofitel entró una llamada del propio personaje, en la que le pidió a un empleado del hotel que le llevara el celular, que había olvidado en la suite, al aeropuerto Kennedy, donde se disponía a abordar el vuelo 23 de Air France rumbo a París. A las 4:40 de la tarde, varios agentes abordaron la aeronave y lo arrestaron en su cómoda silla de business class.
Strauss-Kahn contrató enseguida al famoso y pintoresco abogado Benjamin Brafman, un excomediante que asesoró a Michael Jackson cuando fue acusado de abusar de menores, y compareció ante la Corte Criminal de Manhattan, donde la jueza Melissa Jackson le negó la libertad bajo fianza (él había ofrecido un millón de dólares). Argumentó que el dirigente podía irse a Francia y no regresar jamás, y lo mandó a la cárcel de la isla Rikers.
Las acusaciones contra Strauss-Kahn, quien desde noviembre de 2007 encabezaba el organismo multilateral encargado de prestarles dinero a los países en problemas, no son de poca monta. El tribunal le formuló siete cargos, y si es condenado, podría enfrentar hasta 74 años de prisión. Los más graves son intento de violación, sexo criminal y abuso sexual, así como tocamiento a la fuerza y retención ilegal. Por si fuera poco, tal como dijo el lunes en la audiencia el detective de la Brigada de Víctimas Especiales de Manhattan Steven Lane, "el sindicado trató de iniciar el coito con la presunta víctima mediante coacción a la fuerza y la sometió a contactos sexuales y, con el propósito de satisfacer su propio deseo sexual, la sometió a contacto sin consentimiento y le tocó sus partes".
No deja de ser insólito en este episodio el hecho de que un personaje como Strauss-Kahn, considerado un genio del FMI, dos veces ministro en Francia y que iba a disputar, y quizás a ganar según las encuestas, la Presidencia de ese país por el Partido Socialista (PS), haya tirado por la borda semejante carrera por un episodio como este. Es increíble que una persona como él no hubiera caído en la cuenta de que la mucama lo iba a denunciar inmediatamente, y que así iba a arruinar su carrera, su familia y la vida de la víctima.
En medio del escándalo surgieron versiones según las cuales todo había sido una conspiración de los conservadores franceses para impedir que Strauss-Kahn sucediera a Nicolas Sarkozy. Argumentaban que era extraño que no se hubieran oído los gritos de la camarera en el hotel y que desde París se había anunciado el escándalo demasiado pronto. Pero suena muy improbable que en el Palacio del Elíseo se hubiera fraguado un complot para conseguir que una mujer africana provocara el conocido desenfreno sexual y el descontrol absurdo del director del FMI, una personalidad que, antes que una pena de prisión, parece requerir un psiquiatra.
La actual (y tercera) esposa de Strauss-Kahn, la famosa periodista francesa Anne Sinclair, se apresuró a decir que le creía a pie juntillas a su marido, que a esas horas comparecía en el juzgado. El jueves 19, ante la presión de varios gobiernos, Strauss-Kahn renunció, lo que dejó al FMI en el limbo (ver recuadro). Y el viernes 20, la Corte de Manhattan lo dejó libre tras pagar un millón de dólares de fianza y entregar una caución por otros cinco. Fuera de eso, le está prohibido salir de Nueva York y debe usar un localizador electrónico. Para empeorar las cosas, la administración del lujoso edificio en el que alquiló un apartamento de 14.000 dólares mensuales lo vetó, por lo que al cierre de esta edición buscaba afanosamente otro.
Pero ¿en qué basa su defensa el abogado de Strauss-Kahn? Según Brafman, lo que sucedió en la suite del hotel no pudo haber pasado sin consentimiento de la víctima. "Ningún encuentro sexual ocurre sin la voluntad de ambas personas", dijo. Y agregó: "La evidencia forense no será consistente con la teoría de que hubo forcejeo". Esta teoría no será fácil de demostrar. Habrá que ver si los investigadores descubren rastro de ADN del director-gerente en las uñas de la camarera, lo cual podría darle fuerza a la idea de que hubo violencia física. Otro aspecto que deberá aclararse es si en el trozo de tapete de la habitación que los agentes retiraron del Sofitel hay restos de líquido seminal de Strauss-Kahn.
Y lo que es peor, los antecedentes del funcionario lo condenan. Su reputación con las mujeres era un secreto a voces entre algunos periodistas y políticos. Cualquier perfil, entrevista o artículo sobre él no podía dejar de mencionar que era un donjuán. Uno de los pocos que se atrevieron a denunciarlo fue Jean Quatremer, corresponsal del periódico Libération en Bruselas, que en 2007 escribió en su blog: "El único verdadero problema de Strauss-Kahn es su relación con las mujeres. Demasiado pesado, roza muchas veces el acoso. Un defecto conocido de los medios de comunicación, pero del que nadie habla (estamos en Francia)".
Poco después, en un programa de televisión, la periodista francesa Tristane Banon describió a Strauss-Kahn como un "chimpancé en celo". Según cuenta, en 2002, después de pedirle una entrevista para un libro, el político la citó en un lujoso apartamento, únicamente amoblado con una cama y una televisión. Primero le dio la mano, después le cogió el brazo y terminó en un forcejeo, en el que trató de arrancarle el brasier y meterle la mano entre los pantalones. El miedo a enfrentarse a un hombre poderoso y a su madre, diputada regional del Partido Socialista, la disuadieron de demandarlo.
En 2008, la parlamentaria socialista Aurélie Filipetti recordó en el diario suizo Le Temps un intento de seducción "muy pesado, muy fuerte". Añadió: "Me arreglé para nunca estar sola con él en un sitio cerrado". En Washington, en el FMI, sus instintos de casanova siguieron persiguiendo a Strauss-Kahn. The Wall Street Journal reveló, en 2008, una investigación interna que indagaba si Dominique Strauss-Kahn había favorecido a la economista húngara Piroska Nagy, con la que tuvo una aventura. El director salió limpio e hizo un mea culpa público, pero en las indagatorias Nagy dijo que "no estaba preparada para las insinuaciones del director general del FMI. Sentí que perdía si aceptaba y perdía si rechazaba".
Vean este informe (¡excelente!)
Adiós a la Presidencia
En Francia, donde la actitud ante los devaneos sexuales de sus hombres públicos es casi permisiva, el hecho cayó como una bomba. El sábado, horas antes de la detención, el Journal du Dimanche, de París, anticipaba una encuesta sobre las elecciones presidenciales de 2012. DSK, como conocen allá a Strauss-Kahn, marcaba 26 por ciento de las intenciones, escoltado por la ultraderechista Marine Le Pen, con 22 puntos, y por el presidente Nicolas Sarkozy, con 21,5. Por su preparación, su carisma y su aura internacional, el entonces director del FMI era el francés más preparado para llegar al Palacio del Elíseo y reconquistar para los socialistas un puesto en manos de la derecha desde hace 17 años.
Por eso, Martine Aubry, la primera secretaria del Partido Socialista, describió la noticia como un "trueno" y dijo estar "totalmente estupefacta". A pesar de la presunción de inocencia, la realidad es que DSK era ya un cadáver político. El Partido Socialista decidió mantener el calendario para escoger candidato, lo que deja por fuera a un DSK enlodado en un largo y complejo proceso judicial, que, según el escenario más optimista, se va a demorar mínimo siete meses antes de comenzar.
Frédéric Dabi, director del Departamento de Opinión del Instituto Francés de Opinión Pública (IFOP), le dijo a SEMANA que "es un hecho inaudito y sin precedentes en la historia política de Francia. Que un candidato no se pueda presentar a una elección por un crimen, produce verdadero asombro. Se vuelven a barajar todas las cartas del juego para los socialistas, la derecha, el centro. Hay una incertidumbre nunca antes vista en la Quinta República".
Cerca del 70 por ciento de los electores de izquierda, según un sondeo de la semana pasada, piensan que la caída de DSK es un complot que favorece a Sarkozy. Es cierto que el presidente se quita de encima a uno de sus competidores más complicados, y frente a él ya no queda nadie con igual o más experiencia, pero la teoría de la conspiración no es creíble.
Los socialistas todavía están a tiempo para construir una campaña sin su candidato estrella. Un sondeo de la semana pasada revela que el 57 por ciento de los franceses piensan que a pesar del escándalo, la izquierda se va a imponer en 2012. François Hollande, exsecretario del PS, fue uno de los primeros socialistas en iniciar su campaña. "Es el competidor número uno del PS y el gran ganador del 'affaire' DSK", piensa Dabi. Desde un inicio se presentó como un hombre simple, cercano a los franceses, en oposición a un Strauss-Kahn de la izquierda caviar, como llaman en Francia a los socialistas millonarios y rodeados de lujos. El espectro político de Hollande, la social-democracia, es similar al de DSK, con lo que se puede presentar como el reemplazo ideal.
El temor ahora es que, sin un cacique claro, la izquierda se divida y se desangre con meses de devastadoras peleas internas. "El centro sale beneficiado, DSK mordía un tercio de ese electorado, pero las imágenes chocantes de Strauss-Kahn esposado también favorecen a la extrema derecha y su discurso de 'todos podridos'", dice Dabi.
Marine Le Pen, del Frente Nacional, fue una de las pocas personalidades que no callaron su indignación y no se refugiaron en las frases acartonadas de la política. En la radio advirtió: "Yo me lo esperaba. Todo París sabía que ese hombre tenía un problema con las mujeres. Algunos lo llaman adicción o patología". Su padre, Jean Marie, subrayó la posición antiélite del partido, que denuncia desde hace décadas la corrupción de las clases dirigentes y la decadencia del país. En un restaurante parisino, dijo que "DSK es de esa casta que piensa que con mostrar su aparato todas las damas se ponen a sus rodillas. Siempre es una buena noticia ver a un pillo esposado".
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