RELIGIÓN BABILÓNICA
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EVANGELIO del REINO
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1.
«Obedezco; luego soy aceptado.»
2. La
motivación se basa en el miedo y la inseguridad.
3.
Obedezco a Dios para conseguir cosas de él.
4. Cuando
las circunstancias de mi vida no van bien, me enojo con Dios o conmigo mismo
porque creo, como los amigos de Job, que todo el que es bueno merece vida
placentera.
5. Cuando
me critican, me siento enojado o devastado porque para mí es esencial pensar
que soy una «persona buena». Las amenazas a esa imagen de mí mismo deben ser
destruidas a toda costa.
6. Mi vida
de oración consiste principalmente en peticiones y solo soy ferviente cuando
estoy en necesidad. El objetivo principal de mi oración es controlar las
condiciones que me rodean.
7. La
visión de mí mismo oscila entre dos polos. Si -y cuando- vivo a la altura de
mis estándares me siento seguro, pero entonces tiendo a ser orgulloso y
antipático con la gente que fracasa. Si -y cuando- no vivo a la altura de los
estándares, me siento humilde aunque inseguro me siento fracasado.
8. Mi
identidad y valía propias se basan principalmente en lo arduo que trabajo o
cuán íntegro soy, por eso debo menospreciar a quiénes percibo como perezosos
o inmorales. Los desdeño y me siento superior a los demás.
9. Como
miro a mi propia calidad o actuación para mi aceptabilidad espiritual, mi
corazón fabrica ídolos. Pueden ser mis talentos, mi registro moral, mi
disciplina personal, condición social, etcétera. Definitivamente necesito
tenerlos para que sean mi mayor esperanza, significado, felicidad, seguridad,
y fundamento, diga lo que diga que creo acerca de Dios.
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1. «Soy
aceptado; luego obedezco.»
2. La
motivación se basa en un gozo agradecido.
3.
Obedezco Al Eterno Dios verdadero (Yahvéh) para conseguir la plenitud divina
en Su Espíritu, deleitarme en Él y parecerme a Él.
4. Cuando
las circunstancias de mi vida no van bien, lucho, pero sé que si bien el
Eterno Dios puede permitir que eso me suceda para capacitarme, me hará sentir
su amor paternal durante mi sufrimiento.
5. Cuando
me critican, aunque lucho, no es esencial que piense que soy una «persona
buena». Mi identidad no se fundamenta en mi actuación sino en el amor que el
Eterno Dios me tiene en el Mesías.
6. Mi vida
de oración consiste en momentos abundantes de alabanza y adoración. El
objetivo principal de mi oración es tener comunión con Él.
7. La
visión de mí mismo no se basa en una visión propia como alguien que alcanza
logros morales. En el Mesías soy pecador y perdido a la vez, pero aceptado.
Soy tan malo que él tuvo que morir por mí, y soy tan amado que él gustosamente
murió por mí. Esto me hace ser más humilde y sentirme más seguro, sin ser
llorón ni jactancioso.
8. Mi identidad
y autoestima se centran el que murió
por sus enemigos, incluido yo. Solo por pura gracia soy lo que soy, por eso
no puedo menospreciar a quienes creen o practican otra cosa. No tengo ninguna
necesidad interior de ganar argumentos.
9. Tengo
muchas cosas buenas en la vida: familia, trabajo, etcétera, pero ninguna de
ellas son fundamentales para mí. No son cosas que definitivamente tengo que
tener, por eso hay un límite en cuanto a la cantidad de ansiedad, amargura o
depresión que pueden producirme cuando se ven amenazadas o las pierdo.
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1 comentarios:
Desde lo externo manipulan todas las religiones. Pero ninguna de ellas enseñan lo valiosos que somos, ya que el Eterno nos diseñó a su imagen para que en el proceso diario de Rom 12:1, alcancemos su semejanza para qué? Para alcanzar todas nuestras influencias, las inmediatas y las mediatas. Para ello estoy vivo cada día para manifestar mi verdadera esencia.
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