«Entonces, ¿cuál es la ventaja de ser
judío? ¿Tiene algún valor la ceremonia de la circuncisión? Claro que sí, ¡tiene
muchos beneficios! En primer lugar, a los judíos se les confió toda la
revelación de Dios. Es cierto, algunos de ellos fueron infieles; ¿pero
acaso eso significa que, porque ellos fueron infieles, Dios también será
infiel? ¡Por supuesto que no! Aun cuando todos los demás sean mentirosos, Dios
es veraz. Como dicen las Escrituras acerca de él: “Quedará demostrado que
tienes razón en lo que dices, y ganarás tu caso en los tribunales”».
(Romanos 3:1-4 NTV)
Debemos quedar de
acuerdo en un hecho innegable: la traducción de un Texto Bíblico es la
“interpretación” que el traductor hace del mismo. No se puede evitar que la creencia
del traductor influya en la manera como el texto será traducido. Obviamente el
riesgo que se corre es que cualquiera que use esa traducción estará viendo el
texto bíblico a través de los ojos del traductor en vez del autor original. Por
eso es necesario estudiar el lenguaje Bíblico, para poder captar el texto en su
estado original, ya que la mayoría de nosotros al leer la Biblia nos olvidamos
que las Sagradas Escrituras son un Texto Antiguo escrito en su mayoría en
idioma hebreo.
Sí,
así es, el 78% de toda la Biblia fue escrita en hebreo y solamente tenemos 22%
de ella en manuscritos griegos. Por otro lado, todos los evangelios que
contienen aproximadamente el 50% de la escritura del Nuevo Testamento hasta
Hechos 15, y al menos tres cartas, la 1ª Pedro, Santiago y Hebreos fueron
escritos por judíos y para judíos, lo cual eleva a un 90% el trasfondo hebraico
que tiene el “Nuevo Testamento” o mejor llamado Nuevo Pacto. El resto lo
constituyen las epístolas de Pablo, cuyas copias en griego nos han llegado por
más de 5.000 manuscritos diferentes, pero en dichas cartas, tenemos no menos de
167 citas del “Antiguo Testamento” o Antiguo Pacto, lo cual, si fuese retirado,
elevaría a un 95% el total hebraico del “Nuevo Testamento”, dejando solamente
un 5% con características griegas.
Pero
si además de todo esto recordamos que ese 5% escrito en griego estaba
traduciendo y expresando en griego conceptos hebreos, pues tiene como intención
mostrar la verdad judía de la redención y de la salvación a una audiencia no
judía; entonces el mensaje mismo, aunque vestido de griego, tiene un trasfondo
hebraico que no debemos ignorar si queremos ser fieles al mensaje de la Biblia,
pues como dijera el Mesías: «La salvación (Restauración/Liberación) viene de
los judíos» (Juan 4:22).
Lamentablemente,
en muchos círculos religiosos y teológicos, los hombres, se han pasado muchos
años estudiando la Biblia, y sobre todo el documento conocido en Occidente como
“Nuevo Testamento” con lentes de cosmovisión griegos, romanos, cristianos e
incluso humanistas, y mirando con soslayo el trasfondo y el pensamiento hebreo
que estos documentos tienen como cosmovisión y conforma la esencia de su
mensaje.
De
acuerdo con lo hasta aquí expuesto: ¿quiénes escribieron el “Nuevo Testamento”?
¿No fueron judíos? Toda la Biblia es un documento judío, escrito por
judíos y en el idioma de los judíos, y cuando encontremos que el documento
conocido como “Nuevo Testamento” nos llegó en griego, no podemos olvidar que
debajo de él subyace la mente, la cultura y la idiosincrasia judía como
expresión de la mentalidad hebrea.
Uno
de los teólogos cristianos suizos más influyentes del siglo veinte, el Dr. Karl
Barth dijo: “La Biblia es un libro judío. Es imposible entenderla bien
excepto que nos acerquemos a ella apropiadamente. La Biblia no da sentido a
nadie que no sea al menos espiritualmente, un semita” (Barth, Karl, “Church
Dogmatics”). De acuerdo con este consejo, debemos aceptar como paradigma
hermenéutico que las Sagradas Escrituras demanda per se un acercamiento
correcto para desde esa actitud captar con excelencia el sentido de los códigos
que allí expresan ideas divinas. “Felizmente, si usamos las herramientas
correctas, podemos hoy volver a escuchar a Jesús como sus contemporáneos judíos
del primer siglo le escucharon” (Jesus, Rabi & Lord, Center for
Judaic Studies, 1987).
¿Quiénes fueron los hebreos?
El
primer ser humano a quien se llamó “hebreo” en las Sagradas Escrituras (Biblia)
fue el patriarca Abraham:
“Uno
de los que habían escapado le informó todo esto a Abram el hebreo....”
(Génesis 14:13)
La
palabra bíblica para “hebreo” es ivriy que viene de la raíz
hebrea avar que significa “cruzar”, “ir al otro lado”, es decir, un hebreo es uno que “cruzó
al otro lado”. El patriarca Abraham, obediente al llamado divino, dejó
la tierra de los caldeos y se dirigió a Canaán. Los habitantes de esta última
región (cananitas) lo apodaron con esta expresión, por el hecho de que este
varón había cruzado la región de los dos grandes ríos del Asia, Éufrates y
Tigris, para habitar entre ellos como extranjero, esperando algo mejor (Hb.
11:8-10). Leyendo la genealogía del patriarca, descubrimos que uno de los
ancestros de Abraham era Heber (Gn. 11:14,17) y este nombre viene también de la
raíz hebrea “avar” haciendo posible
que su ascendiente Heber fuera también
la razón por la que a Abraham se le llamara “hebreo.”
Toda
la Escritura bíblica es el relato de la historia que realiza el Eterno Dios
manteniendo relación de pacto con una línea ancestral de humanos con el fin de
revelar Su propósito eterno. Es el detalle histórico de cómo Yahvéh trató el
linaje genealógico humano a fin de que se manifestara el código sagrado por Él
mismo anunciado en Edén: el Mesías Yeshúa (Gn. 3:15). Comenzando desde Adán y
sus descendientes hasta Noé, continuando desde este último hasta Abraham, notamos
como el Eterno toma las generaciones humanas y las conduce al cumplimiento
perfecto de su oráculo. De ese modo desde la historia de Abraham vemos cómo su
hijo Isaac, y luego Jacob y su descendencia se convirtieron en la nación de
Israel, conocidos también como los “hebreos.” Desde esta nación, y por los
detalles históricos de su redención, la expresión hebreo hará referencia a “uno que ha cruzado al otro lado” para
tener una relación de pacto con el Eterno Dios.
Eso
último está señalando el apóstol Pablo cuando escribe lo señalado en los
primeros versos del capítulo 3 de la epístola a los romanos. Israel, y por ese
entonces, los judíos, eran la nación que guardaba el privilegio de custodiar la
pedagogía de la Instrucción (Torah): “…a los judíos se les confió toda la
revelación de Dios…”. Los judíos, tenían la autoridad divina de establecer el canon sagrado
de lo escritural y debían custodiar la sana interpretación de la esencia de Su
mensaje mesiánico para el mundo. Veamos también lo dicho por
Pablo: «Ellos son el pueblo de Israel, elegidos para ser los hijos adoptivos
de Dios. Él les reveló su gloria, hizo pactos con ellos y les entregó su Ley.
Les dio el privilegio de adorarlo y de recibir sus promesas maravillosas».
(Romanos 9:4 NTV). No hay
duda alguna, que es solamente Israel la poseedora de los privilegios
escriturales que otorga la revelación divina. Y esto es verdad hasta el
día de hoy, y no es cuestión de superioridad ni nada parecido, sino de llamado
divino. Israel es la responsable de instruir a los demás pueblos, es la
nación sacerdotal que fue comisionada para ser luz a las naciones (Is.
49:6), pues ellos son los portadores y custodios de las Sagradas
Escrituras. No olvidemos lo que también nos dicen las Escrituras: «Pues los
dones de Dios y su llamado son irrevocables». (Romanos 11:29 NTV).
Con
todo lo expuesto, necesitamos recapacitar para entender que la Biblia es un
documento hebreo, escrito por hebreos y en el idioma hebreo para ser entendida
por una mentalidad hebrea.
Debemos
abrir nuestros corazones y liberamos de todos los prejuicios anti-semitas que
el sistema babilónico programó en nosotros y que nos impiden conocer la verdad
que nos hará libres. Sin duda alguna,
estudiar las Sagradas Escrituras desde una cosmovisión hebraica nos traerá
mucha luz y bendición en todas las áreas de nuestras vidas.
No
perdamos la oportunidad de lanzarnos sin temor a descubrir los tesoros que el Eterno
Dios está poniendo a nuestro alcance.
Solamente
desde esta mentalidad lograremos experimentar lo que el sabio rey Salomón habla
de la sabiduría del Eterno expresada en las Escrituras cuando dice:
«Sus caminos son caminos agradables y todas sus
sendas, paz. Es árbol de vida para los que de ella echan mano, y felices son
los que la abrazan».
1 comentarios:
ESTOY ESTUDIANDO,BUSCANDO PARA ENTENDER DESDE ESA PERPECTIVA LA TORAH,GRCIAS POR COMPARTIR,BENDICIONES.
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