Con el perverso afán de evitar contrariedades con el gobierno y ocultar los problemas que ya aquejaban a la central nuclear, la Tokyo Electric Power alteró datos.
Quienes se quejaron ante el gobierno japonés por las prácticas fraudulentas de los dueños de Fukushima, fueron los trabajadores que trabajaban en el reactor. Uno de ellos, confezó haber adulterado informes de supervisión del reactor desde 1989 por pedido de Tepco.
A su vez, acusaron que fue trucado el diseño del reactor nuclear y este sirvió como boceto para el armado de los otros cinco reactores que fueron desbastados por el movimiento sismico de dejo en ruinas a gran parte del suelo nipón.
La información respecto al fraude de la empresa fue develada por WikiLeaks, que ya había denunciado que la empresa sabía que sus reactores no soportarían un terremoto superior a los 6 grados.
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