Un nuevo elemento del inframundo está pululando entre los jóvenes de Latinoamérica. Esta moda es otra de las tantas herramientas que el enemigo de nuestras almas está usando contra nuestras generaciones a fin de continuar arruinando el instrumento que por excelencia creó el Señor: LA SEXUALIDAD.
Invito a cada escogido que sigue este BLOG a entrar en una guerra espiritual específica a favor de nuestros niños y jóvenes.
Si sus padres no se las habían tirado ya a la basura, lo harán sus profesores. Por orden del Ayuntamiento, las adolescentes de Río de Janeiro tendrán prohibido llevar al colegio las polémicas pulseras del sexo, unos brazaletes de colores que para algunos forman parte de un juego de provocaciones con peligrosas consecuencias.
"No estará permitido el uso de adornos que expresen insinuaciones sexuales en las dependencias de la unidad escolar", advierte la Secretaría de Educación municipal en el nuevo reglamento publicado este jueves en el Diario Oficial.
Queda también prohibido llevar gorra en las aulas o utilizar durante las clases "un teléfono móvil o cualquier aparato electrónico portátil", objetos que podrán ser confiscados hasta dos días por la dirección del colegio.
Para los estudiantes que 'pasen' de las normas, la resolución prevé una serie de castigos graduales, desde una sencilla "advertencia o reprensión verbal" hasta un aviso a los padres. En los casos "graves o de reincidencia", el alumno será cambiado de grupo, de turno o incluso de centro educativo.
Si bien el Diario Oficial no habla expresamente de las controvertidas pulseras, la mención a las "insinuaciones sexuales" recuerda los recientes episodios que levantaron el revuelo en torno a los aros de colores que lucen las chicas brasileñas. O lucían, porque ya es prácticamente imposible encontrarlos en los mercados callejeros.
A mediados de marzo, una niña de 13 años que llevaba uno de esos brazaletes fue violada en Londrina, en el estado sureño de Paraná. Apenas tres semanas después, en Semana Santa, dos menores aparecieron muertas en Manaos (Amazonas) junto a un puñado de anillas de silicona arrancadas de sus muñecas.
Los incidentes fueron relacionados por los investigadores con el juego que supuestamente está asociado a las pulseras. Quien las lleva, según esa versión, está dispuesto a mantener algún tipo de relación con quien consiga romperlas. El grado de contacto lo determina el color: el amarillo sólo permite abrazos, el violeta pide a gritos un beso con lengua, el rosa da vía libre para tocar los pechos de la chica y así hasta el negro, que implica sexo completo.
Observen con discernimiento de espíritu activado la explicación de este video:
"No estará permitido el uso de adornos que expresen insinuaciones sexuales en las dependencias de la unidad escolar", advierte la Secretaría de Educación municipal en el nuevo reglamento publicado este jueves en el Diario Oficial.
Queda también prohibido llevar gorra en las aulas o utilizar durante las clases "un teléfono móvil o cualquier aparato electrónico portátil", objetos que podrán ser confiscados hasta dos días por la dirección del colegio.
Para los estudiantes que 'pasen' de las normas, la resolución prevé una serie de castigos graduales, desde una sencilla "advertencia o reprensión verbal" hasta un aviso a los padres. En los casos "graves o de reincidencia", el alumno será cambiado de grupo, de turno o incluso de centro educativo.
Si bien el Diario Oficial no habla expresamente de las controvertidas pulseras, la mención a las "insinuaciones sexuales" recuerda los recientes episodios que levantaron el revuelo en torno a los aros de colores que lucen las chicas brasileñas. O lucían, porque ya es prácticamente imposible encontrarlos en los mercados callejeros.
A mediados de marzo, una niña de 13 años que llevaba uno de esos brazaletes fue violada en Londrina, en el estado sureño de Paraná. Apenas tres semanas después, en Semana Santa, dos menores aparecieron muertas en Manaos (Amazonas) junto a un puñado de anillas de silicona arrancadas de sus muñecas.
Los incidentes fueron relacionados por los investigadores con el juego que supuestamente está asociado a las pulseras. Quien las lleva, según esa versión, está dispuesto a mantener algún tipo de relación con quien consiga romperlas. El grado de contacto lo determina el color: el amarillo sólo permite abrazos, el violeta pide a gritos un beso con lengua, el rosa da vía libre para tocar los pechos de la chica y así hasta el negro, que implica sexo completo.
Observen con discernimiento de espíritu activado la explicación de este video:
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