miércoles, 18 de marzo de 2015

¿Quién es Rabino en el diseño mesiánico del Eterno?

“Pero vosotros no dejéis que os llamen RABÍ; porque uno es vuestro RABÍ y todos vosotros sois hermanos.”

Mateo 23:8

¡Estamos siendo testigos de días proféticos maravillosos! Uno de los detalles más gloriosos que estos tiempos tienen es el asombroso movimiento del Espíritu del Eterno aleteando sobre las aguas (millones de vidas humanas) y conduciéndolos hacia una reforma que les está revelando los diseños mesiánicos de la Luz Infinita (Or EinSof).

En medio de todo ese movimiento espiritual de la Verdad divina está manifestándose también la obra misma de la iniquidad reptiliana llamada falsificación. Así pues, mientras el Espíritu del Señor va conduciendo todo para que la Iglesia del Mesías se manifieste en su nombre verdadero, Israel, muchos hombres (y mujeres también) están apareciendo con apariencia de piedad y están enredando a los santos escogidos del Señor en el bosque de la confusión causado por tantos vientos de doctrinas judaizantes. Hoy, y tal como le aconteciera al apóstol Pablo, debemos estar vigilantes ante aquellos que se presentan con tantos títulos sacados de la letra muerta y no activados por el espíritu vivificador que se encuentra en las Sagradas Escrituras.

De ese modo, no solamente nos encontramos con falsos apóstoles y falsos profetas en esa pandemia babilónica llamada "apostolitis", sino que también desde el movimiento judaizante-kabbalístico abundan cada día más los falsos maestros que se hacen llamar "rabinos".

Pues bien, la bitácora de hoy apuntara a aclarar qué significa el término rabino desde su origen etimológico como funcional. 

Primeramente dejaremos en claro que los rabinos son los líderes de la colectividad judía presente en cada nación del mundo. Se trata de maestros que, gracias a sus estudios, se encargan de la interpretación de los textos considerados sagrados por esta comunidad. El conocimiento profundo de los textos sagrados judíos es imprescindible no sólo para la enseñanza y difusión desde lo literal: el rabino debe estar en condiciones de aplicar aquellos textos milenarios en el día de hoy, encontrando en las palabras de la Torá la solución de problemas

Reconoceré que una característica especial del judaísmo es el trabajo de exposición y de interpretación de la Torah escrita, es decir de la revelación divina hecha a Moisés en el Monte Sinaí y transcrita en el Pentateuco (y en sentido más amplio, presente en toda la Biblia hebrea). Este trabajo de de investigación (en hebreo midras, del verbo daras "buscar") comenzó de forma sistemática durante el destierro en Babilonia (586-536 a.C.), cuando el pueblo judío había perdido la Tierra y el Templo. Fue justamente en esos 70 años de exilio que comprendieron que sólo una amorosa fidelidad a la Torah podía garantizar su identidad y su continuidad. El sacerdote Esdras será quien dará cuerpo a esta comprensión leyéndole la Torah de Moisés al pueblo que habría regresado del destierro, y esforzándose especialmente en explicarle su sentido (Neh. 8:8). Los que prosiguieron históricamente esta obra, a los largo de 500 años, fueron primero los escribas, y luego los fariseos hasta concluir en los rabinos.

Es importante señalar aquí que el continuo cambio de situaciones en que llegaban a encontrarse los judíos planteaba de forma muy problemática la tensión entre la inmutabilidad sagrada de la Torah escrita y la necesidad de continuas adaptaciones en la praxis a los diversos ambientes y circunstancias. A diferencia de los sacerdotes y de los saduceos, que quedaron más ligados al culto del templo y al carácter literal de lo expresado en la Torah escrita, los fariseos se emplearon en una laboriosa obra dirigida a acercar la Torá al pueblo, haciendo posible en concreto vivir de la misma.

Los comentarios interpretativos (midrasim) de los fariseos fueron adquiriendo a lo largo del tiempo fuerza y autoridad. Los mismos se movían en dos direcciones: 
  • una narrativa (haggadá), 
  • la otra moral-jurídica (halaká).

A finales del siglo II d.C., estos comentarios se recogieron y transcribieron en la obra que se conoció como Mishná («repetición", «enseñanza por repeticiones"), que fue considerada como el corpus de las tradiciones orales de la Torah. Por causa de esta última razón también ellas fueron atribuidas a Moisés -lo mismo que la Torah escrita- dado que consideraban que eran su desarrollo y su explicitación, capaces de ofrecer las indicaciones útiles para los siglos venideros. Será interesante que sepan que también la Mishná fue estudiada y comentada sistemáticamente en Palestina y en Babilonia, hasta finales del siglo V d.C.; así es como se originó la obra conocida con el nombre de Talmudestudio"), cuyo equivalente arameo, en Babilonia, era la Gemará.

Cuando las tensiones sociales, económicas, políticas y religiosas condujeron a las crisis del 70 y del 135 d.C., la represión de las sublevaciones por parte de los romanos llevó al ocaso y a la desaparición de los saduceos, que eran considerados -cual autoridad- como los responsables de las rebeliones, y de la clase sacerdotal, ligada funcional y económicamente al templo, destruido el año 70 d.C. Fueron entonces los fariseos, y ante todo los maestros fariseos llamados rabinos, quienes asumieron la función de reorganizar la vida del judaísmo, que no podía contar ya con el Templo ni con la autonomía territorial. Como solución esta secta determinó que el eje de la religión judía sería entonces la oración, el estudio y la práctica de la Torah (escrita y oral), junto con las obras de misericordia.

Como vemos, el título  de rabino comenzó a ser utilizado por la cátedra apóstata que usurpó la jefatura del Templo de Jerusalén. Fue esta la que forjó nuevos lineamientos dogmáticos que comenzaron a regir la fe de los judíos en el primer siglo. 

La línea farisaico-rabínica, fortalecida por estos hechos históricos, impregnó y organizó el judaísmo en Israel, conduciendo con sus dogmas a la Casa de Judá en la Diáspora de estos dos milenios. La única desviación a esto se produjo en el siglo VIII en Mesopotamia, con los karaítas (del verbo kará, "leer"), que rechazaban la Torah oral y todas las tradiciones exegéticas; consideraban normativa sólo la Torah escrita, sosteniendo su estudio filológico y la libre interpretación personal. 

Durante el siglo I d.C. y comienzos del II, los rabinos eran "ordenados" mediante la imposición de manos, después de un largo período de formación junto a un maestro reconocido (la edad canónica para la ordenación eran los 40 años). Después de que, en el 135 d.C., los romanos prohibieron las ordenaciones bajo pena de muerte, los candidatos eran simplemente «proclamados" rabinos: de esta manera se les confería la autoridad de juzgar en el terreno civil y en el religioso.

En el judaísmo de la diáspora, el rabino es el responsable de la vida religiosa de una comunidad judía, que tiene su punto de referencia en la sinagoga: cuida del culto y de la instrucción religiosa, organiza la enseñanza escolar y juzga, según los lugares, en materia matrimonial. A partir del siglo XIX se instituyeron seminarios rabínicos, en los que los candidatos se forman en la Escritura, en la Misná, en el Talmud, en la codificación y en las respuestas; una vez completado el ciclo de estudios (que actualmente dura de ocho a diez años), reciben el título de rabino,

La palabra רַבִּי (rabino) que usualmente solemos entender como "mi maestro" significa literalmente persona de gran autoridad, gran importancia, abundancia, e incluso con grandeza indescriptible. En otras palabras, רַבִּי (rabino) es una persona que tiene mucho que dar y puede aportar a otros desde su grandeza.

רַבִּי (rabino) proviene de la palabra hebrea de רַב (rav) que significa "mucho, gran cantidad, numerosos, o grande" y la letra yod (י) al final indica un sufijo de posesión "mi". Así que literalmente los judíos de hoy dicen que se puede traducir רַבִּי (rabino) como "mi gran maestro". 

Pero quiero invitarlos a que realicemos juntos una mirada más profunda en la historia bíblica misma y comprenderán que la significación de esta palabra es más amplia y peligrosa. En las Escrituras, frecuentemente רַב (rav) es una medida de cantidad numérica o longitud. En la Torah, la nube del Señor descansó sobre el tabernáculo durante יָמִים רַבִּים (yamim rabim) "muchos días" (Nm. 9:19). En otras oportunidades la palabra רַב (rav) significo autoridad. En el hebreo antiguo, רַב בַּיִת (rav bayit) indicaba mayordomo y רַב הַחֹבֵל (rav haJovel) el capitán de barco. El rey Nabucodonosor otorgo a Daniel el título de רַבִּי (rabino) que en arameo significa el "gran gobernador, gran oficial o gran jefe (Dn. 2:48).

En los tiempos de Yeshúa, la palabra "rav" era utilizado para referirse al amo de un esclavo, o al amo de un discípulo. Por lo que el término rabí literalmente significa "mi amo" y era un término de respeto usado ya sea por un esclavo para dirigirse a su amo, o por un discípulo para referirse a su maestro. Teniendo en cuenta lo antes dicho, la palabra rabino en realidad significa "mi gran amo".

Según la enseñanza apostólica paulina, nuestro Señor Jesús entregó "domas" (hombres-dones) a la Iglesia que ejercitan el servicio desde el diseño del "corazón pastoral" de Yahvéh (Jer. 3:15). Estos hombres regalos se manifiestas en cuatro oficios de dicho corazón: apóstol, profeta, evangelista, pastor-maestro (Efesios 4:11). Éstas órdenes sagradas de nuestro amado Mesías tienen una clara respuesta ante esta oleada de "rabinos" que pululan por todos lados con la pretensión de enseñar los códigos de la Torah a los escogidos.  Por mucho que traten de tergiversar y torcer las Escrituras, estas son las palabras divinas que deberán ser pronunciadas tal como allí están escritas. Por lo tanto, el término neotestamentario para maestro es el griego "didáskalos" que tiene su equivalente hebreo en "moreh", así es como (Concordancia Strongs: 04176) Por lo tanto moreh significa maestro, y éste es el término que se debe utilizar para aquellos que pretenden enseñar la Torah.

Podemos ver claramente la razón por la cual Yeshúa prohibió este título. El mismo, por su misma definición de poder y grandeza, crea una gran arrogancia en los seres humanos. Hoy, día vemos una oleada de ex-pastores cristianos evangélicos viniendo al mesianismo que enseguida se cambian su título de pastor, que es el correcto y escritural, al de "rabino" que es el título prohibido por nuestro Señor. Pero ellos son gente que necesitan este bastón para sentirse importantes, para poder actuar como dictadores de la fe que obnubilan las consciencias de los hombres. 

Hoy vivimos en tiempos muy peligrosos. Son los días de rampante apostasía. En ellos HaSatán está utilizando muy efectivamente a miles de falsos maestros,  a quienes tiene estratégica- y sigilosamente colocados a lo largo de todo el Camino que el Mesías le ha trazado a Su Pueblo para que peregrine al cumplimiento pleno del propósito eterno. El adversario, como buen cazador, ha colocado lazos para engañar aún a los escogidos.  Lo hace con la intención expresa de destruirlos, desviarlos, detenerlos o cuando menos retardarles la llegada a la meta,  seduciéndolos con doctrinas basadas en la Torah de Yhwh pero no obstante "hechas a la medida" del gusto individual de cada uno de los oyentes con comezón de oír. Por esto, estoy convencido que el judaísmo mesiánico pertenece a parte de esta artimaña de la Gran Ramera.

El judaísmo mesiánico no cumple lo que promete.   Por su nombre, el "Judaísmo Mesiánico", a simple vista,  pareciera indicar que se basa fundamentalmente en la Verdad original del Mesías Yeshúa, quien lógicamente era judío de estirpe, por nacimiento y por crianza.  Pero esta religión "de última moda" para tantos, no se adhiere ni enseña el Camino de Yeshúa que tanto proclama.  Por el contrario, enseña el judaísmo rabínico que usurpó los diseños sacerdotales establecidos por Yahvéh en la Antigua Alianza.  

El judaísmo mesiánico es una religión que basa su doctrina en las mismas enseñanzas rabínicas que nuestro amado Mesías, y sus fieles discípulos, tanto lucharan y sufrieran por erradicarla de la vida Su Pueblo. El judaísmo mesiánico no va tras las "raíces hebreas" de la Verdad de forma fiel y consistente, tal y como asegura, sino que va en pos de las raíces judío-rabínicas y lo suele hacer de forma bastante descarada--- a través de hombres desobedientes que se apropian para sí el título de rabino que el Eterno solamente autoriza aplicar a Su Hijo. 

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