martes, 4 de marzo de 2014

La mona Jiménez preguntó: ¿Quién se ha tomado todo el vino?: El Vaticano contestó: ¡HEME AQUÍ!

"Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación;..."
(Apocalipsis 18:3) 


Hoy me enteré que el país más pequeño del mundo, que se jacta con la mentira de alojar la tumba del apóstol Pedro, está catalogado en nuestros días como la nación donde más vino se bebe por persona . Estoy hablando de la Ciudad del Vaticano, y las estadísticas pertenecen a las publicadas por el Wine Institute, según el sitio Independent.

Las cifras muestran que los residentes del Vaticano consumen 74 litros de vino en promedio. Esto es, más o menos, equivalente a 105 botellas en el transcurso de un año.  Este dato corresponde aproximadamente al doble de la cantidad que bebe una persona promedio en Francia o Italia, en conjunto, y el triple de la cantidad que se consume en el Reino Unido.

Considerando esta estadística, y teniendo en cuenta que los 800 habitantes de esta ciudad pertenecen al orden clerical, cualquier lector es inducido a preguntarse por qué el clero tiene hoy tanta sed. Y es que de repente el lugar capital de reprensión a todas las pasiones se convierte a la vez el paraíso del bebedor. Esto produce que la mente de los humanos que razonan en una lógica normal vibre en innumerables cuestionamiento. Alguna razón escondida debe explicar todo este desafuero. 

Al fin y al cabo para celebrar la comunión, por mucha fe que se ponga, no se requieren grandes toneles. Sabemos que la mayor parte del tiempo no hay vino en la comunión (el único que bebe de la copa es el sacerdote oficiante). Así que la misa con su acto eucarístico no explica esta pasión por el elixir de los frutos del viñedo. 

Debo agregar a esta información que el Código de Derecho Canónico es muy exigente en el tema del vino de la misa y ordena que en las celebraciones eucarísticas se empleo vino de uva, natural y puro, sin mezcla de sustancias extrañas y en perfecto estado, esto es, sin avinagrar. Por lo que tampoco podemos achacarle a este evento religioso el caminar zigzagueante de los habitantes de la "ciudad santa".

La National Catholic Reporter salió a explicar este desfasaje conductual diciendo que los residentes del Vaticano son más propensos a ser hombre viejos, muy educados que acostumbran a comer en grupos más grandes - todos los factores que pueden contribuir a un mayor consumo de vino.

La prensa italiana, ante esta estadística y buscando una explicación que colocara un manto de piedad a este dato, decidió inclinarse a pensar que son los bajos precios del supermercado del Vaticano los que inflan de manera artificial su consumo de vino. En la pequeña tienda, conocida como el "Spaccio dell'Annona" los impuestos son mucho menores que en toda Italia. "La oferta de vinos en este supermercado es bien atractiva, vinos de reputadas bodegas se venden a buenos precios. Pero presumiblemente no todas esas botellas serán consumidas dentro de los muros del Vaticano", asegura el diario italiano La Stampa. Pero lo interesante de esta explicación lo suma el detalle de que en esta tienda no puede comprar cualquiera. Tan sólo lo hacen los titulares de la tarjeta del Vaticano, que se concede a residentes y trabajadores de la Santa Sede, clérigos y monjas en su mayoría. 

Sea cual sea el motivo, lo cierto es que el Vaticano es la nación que bebe más vino por persona que otros países.


Además, según el estudio, su consumo de vino se incrementó en un 20% de 2011 a 2012. En 365 días pasó de 62 litros por cabeza a los 74 litros actuales.

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