miércoles, 28 de noviembre de 2012

Los fundadores de Twitter no twitean



En marzo de 2006 Jack Dorsey, Biz Stone y Evan Williams transformaron la forma tradicional de comunicarse y de acceder a la información con la creación de Twitter. Más allá de su reconocimiento unánime como visionarios de la era digital y de sus distintos cambios de rol en la cúpula directiva la red social, apenas se conoce nada de la vida personal de sus fundadores. Los tres, siguiendo el ejemplo de otros precursores de Internet, han optado por mantener un perfil social bajo y escribir su historia parapetándose tras el éxito de la compañía en lugar de resumirla en 140 caracteres, como muchos de sus usuarios.

Pocos saben que Dorsey, el cerebro creador de Twitter, aspira a convertirse en alcalde de Nueva York —ha mantenido conversaciones con su actual regidor, Michael Bloomberg, al respecto—; o que durante un año se inscribió a un curso de masaje y terapia; o que invirtió otro año en tomar clases de diseño. De hecho, él mismo ha elaborado una falda pitillo y es un devoto amante de los vaqueros, en particular de los creados por Scott Morrison, de quien es socio en una de sus tiendas del SoHO de Nueva York.

Sin duda, el carácter ascético e introvertido de Dorsey, de 35 años, no ayuda a que se conozcan estos aspectos de su vida privada. Últimamente, se prodiga más en los medidos debido a la promoción de Square, su nuevo proyecto empresarial que compagina con su puesto como presidente ejecutivo de Twitter, cargo que ocupa desde 2010. Dorsey siempre se ha considerado a sí mismo un artesano antes que un empresario y cuando lanzó Twitter prefirió ceder las funciones de mayor responsabilidad y visibilidad a sus cofundadores. De hecho, en 2008, cuando la red social se empezó a consolidar como uno de los fenómenos de Internet con mayor influencia política y social, Dorsey abandonó su puesto de consejero delegado, que asumió Williams.

Otro ejemplo de la excesiva austeridad del fundador de Twitter es que, pese a ser uno de los hombres más ricos del planeta –Forbes ha valorado sus participaciones en la red social y en Square en 1.085 millones de dólares-, su apartamento de San Francisco está prácticamente vacío, según han reiterado en varias entrevista sus amigos los actores Ashton Kutcher y Alyssa Milano. “Él nunca dice a qué se dedica, siempre tengo que ser yo la que alardee en su nombre”, reconoció la intérprete hace un año a la revista Vanity Fair.

Dorsey, admirador de Steve Jobs y, como este, un ferviente devoto de la filosofía oriental, parece haber cedido en los últimos meses a esa reticencia al lujo. En junio de este año adquirió por 10 millones de dólares una mansión escondida en la bahía de San Francisco con vistas al Golden Gate; a mediados de 2011 se compró un BMW Z-3, “porque admira su diseño”, y últimamente se ha decantado por los trajes de Prada, negros, a juego con la corbata, y los Rolex, “porque la casa de relojes fabrica sus propias piezas”, de acuerdo con un artículo publicado por Vanity Fair hace un año.

Más allá de estas concesiones a la ostentación, poco más se sabe del carácter de Dorsey. En octubre de este año, con ocasión de la entrega al joven del León de Oro de Cannes al Personaje mediático del año, The New York Times publicó que el “mal humor de Dorsey” era el motivo de que estuviera más centrado en Square que en Twitter, algo que este mismo desmintió en su blog.

La vida personal de los otros dos fundadores de Twitter, Biz Stone, de 38 años, y Evan Williams, de 40, también esta eclipsada por su actividad empresarial. Ambos se han embarcado en un nuevo proyecto, Medium, otra plataforma digital. Poco dados a hablar de su vida privada -aunque Williams se presenta en su perfil de Twitter como padre y esposo-, durante una entrevista concedida a Hunter Walk, reconocieron que el hecho de tener niños les ha vuelto más complicado compatibilizar su vida laboral con la familiar, pero que habían aprendido a manejar mejor los calendarios para poderse ocupar de sus retoños. “Yo ya no piso los bares”, reconoció Williams

El antiguo consejero delegado de Twitter, abandonó el cargo en 2010 para dirigir el departamento de desarrollo de la red social, vive con su mujer, Sara Morishige, y sus dos hijos en la bahía de San Francisco y es vegetariano. Su colega Stone, director creativo de Twitter, además de vegetariano es vegano, de acuerdo con un reportaje publicado por The New York Times en 2009, una opción que decidió adoptar tras visitar una ONG que defiende los derechos de los animales.

Stone está acostumbrado a copar las listas de los hombres más influyentes, pero también está muy comprometido con otras causas un poco más alejadas del mundo virtual, como la pobreza, la defensa del medio ambiente o la educación. Precisamente a luchar por la mejora y consecución de estos dos objetivos está destinada la fundación Biz y Livia Stone, que dirige junto a su esposa, Livia, son la que reside en California.

Como Dorsey, Stone tiene otras inquietudes artísticas además de las redes sociales o la caridad. “Yo comencé como pintor y artista gráfico, la tecnología llegó después un poco por accidente, así que pienso en mí mismo primero como arista y después como empresario”, reconoció en una entrevista con el director de cine Ron Howard, con quien participó en un proyecto de cortos y fotografía, rodando su propio film.

Dorsey, Williams y Stone, como todos, también tienen una vida privada, pero a diferencia de muchos de los usuarios de Twitter, ellos no acostumbran a tuitearla demasiado.

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