martes, 6 de noviembre de 2012

Las mujeres que fuman durante el embarazo afectan hasta la 3ra generación



Las mujeres que fuman durante el embarazo no sólo pueden causar problemas de salud para sus hijos sino también para sus nietos. 

La investigación realizada en Harbor-UCLA Medical Center en California, EE.UU., sugiere que los peligros pueden extenderse de generación en generación, y los nietos de una mujer que ha fumado durante el embarazo tienen más probabilidades de sufrir de asma. 

De acuerdo con los investigadores el daño causado por el tabaquismo en el embarazo puede "encender" genes malos, que luego pueden ser transmitidos a las futuras generaciones. 

La nicotina puede afectar los pulmones en desarrollo de un bebé, lo que predispone al niño a sufrir asma infantil. 

Según los resultados de la investigación se probaron el efecto durante el embarazo en ratas, no sólo afecta a sus crías, denominadas F1, sino a las crías de segunda generación, F2. 

Dr. Virender Rehan, quien dirigió el estudio, dijo: "Cuando nos fijamos en el efecto de la nicotina sobre el ADN en los testículos o los ovarios de las ratas encontramos que la nicotina aumentó el nivel de metilación en los testículos, pero lo redujo en los ovarios. La nicotina también se altera la metilación de histonas en una manera dependiente del sexo. 

El asma es la enfermedad crónica más frecuente en la infancia y si bien hay muchos factores que contribuyen al asma, el tabaquismo materno durante el embarazo es un riesgo evitable, añadió. 

En las Sagradas Escrituras encontramos que el Eterno dice: "... que castigo la maldad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de aquellos, digo, que me aborrecen"(Éxodo 20: 5-6). Vemos pues que es inevitable que los hijos sufran las consecuencias de la maldad de sus padres. Es importante aclarar que no son castigados por la culpa de sus padres, a no ser que participen de los pecados de éstos. Sin embargo, generalmente los hijos siguen los pasos de sus padres. Por la herencia y por el ejemplo, los hijos llegan a ser participantes de los pecados de sus progenitores.

Las malas inclinaciones, el apetito pervertido, la moralidad depravada, además de las enfermedades y la degeneración física, se transmiten como un legado de padres a hijos, hasta la tercera y cuarta generación. Esta terrible verdad debiera tener un poder solemne para impedir que los hombres sigan una conducta pecaminosa.

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