jueves, 7 de febrero de 2013

La rutina: el arma más peligrosa con la que el enemigo puede arruinar el resto del año


Se está acabando ya el verano, estación que en mi país permite a casi todos tomarse un tiempo para vacacionar y romper con el sopor de lo cotidiano. Lo cierto es que al ir dándonos cuenta de ese final de días tranquilos y relajados, la mayoría de nosotros comenzamos a sentir tensión ante el hecho de que las cosas retomarán su "ritmo normal". 

Somos muy conscientes que de lunes a viernes casi todas las personas tienen una misma inercia de vida. Ir a estudiar, trabajar, etc. Nuestra conciencia está bien enterada de que la gran mayoría de los seres humanos se ven empujados a hacer lo mismo  de siempre. Desplazarse de sus casas al lugar donde tienen que pasar a hacer algo. Un lugar específico dónde realizar una actividad productiva que justifique el "para qué" existen. Seguramente la mayoría realizarán el trabajo que no les gusta. Entonces comenzarán a soñar despiertos viéndose a ellos mismos siendo la persona que tanto les gustaría ser, en el lugar que tanto les gustaría viajar, haciendo las cosas que tanto anhelan hacer.

De este modo, la mayoría de las personas, al encontrarse con la realidad de su vida cotidiana, caerán seguramente en una pequeña e inconsciente tristeza que se expresará exteriormente produciendo aburrimiento y no les dejará en paz en los restantes días del año. De esta manera, continuarán esperando hasta el fin de semana para al menos divertirse en una fiesta (muchas de ellas mal encaminadas) con mucho alcohol para desahogar las penas, y el domingo lo pasaran en casa aburridos, quizás esperando que un milagro los saque de allí para disfrutar la vida. Pero y mientras esta esperanza utópica se cumple, estarán alimentándose de la basura televisiva, perdiendo tiempo, hablando con personas a través de internet que ni siquiera les aporta un pensamiento positivo para poder conseguir lo que mueren por tener… Y  así llegará el lunes con su exhausta propuesta de más hastío. 

Por todo esto, descubrimos que, al transcurrir así los días y las semanas, quedamos atrapados en una inercia de la cual asumimos que es imposible salir. Pensamos y hasta nos convencemos (¿o nos convencen?) que debe ser así y que no la podremos cambiar jamás por nuestros propios medios y capacidades. 

Toda esta descripción nos queda finalmente resumida en una sola palabra: rutina. La rutina es hacer las mismas cosas cada día porque eso es lo que siempre has hecho. Es un círculo vicioso de repetir acciones y eventos que te llevan a ninguna parte.La rutina consume nuestras esperanzas, sueños y ambiciones. La rutina nos atora diariamente haciéndonos seguir la misma manera de vivir: despertar, trabajo, dormir y repetir, y lo más seguro es que no cesarán de aparecer nuevas ideas, pero en mundo hecho con acciones antiguas. 

Pero es urgente asumir que aunque realmente hay días en que los compromisos nos limitan demasiado, podemos no dar las cosas por hecho pensando que es la única manera de hacerlas. 

Entonces, es necesario estar atentos para ver las oportunidades de darse una escapadita de esa rutina tediosa, y comenzar a ser creativos y hacer maravillas con lo que tengamos a nuestro alcance.

Si has caído en la rutina, te sientes aburrido y sin sentido, presta atención. Te doy unos consejos sencillos para empezar a hacer cambios en tu vida. 
  • Ten disposición a nuevas posibilidades, concéntrate día a día que te es necesario conocer cosas nuevas,  sin que estas contradigan tus gustos o estilo, pero algunas veces es bueno probar (nueva música, nuevo tipo de lectura, comida, cursos).
  • Inicia eso que siempre has estado postergando (ejercicios, lectura de grandes obras literarias, un curso especial, la práctica de un hobby)
  • Realiza pequeños cambio en las cosas del día a día (la forma de tu desayuno, elegir un supermercado diferente para hacer las compras, planificar una nueva actividad familiar, escuchar alguna música antes de dormir, hacer una sección de ejercicios familiares algunos días de la semana, juntarse en familia a orar y meditar la Palabra Divina).
  • Comienza a ejercer el servicio. Empezando con pequeñas cosas, como ayudar a algún necesitado, producir gestos de gentileza cotidianos, limpiar el santuario de tu iglesia, ordenar los bancos, ser ujier, etc. Debes recordar que servir a Dios, es un privilegio. Siempre trae gozo y es un remedio eficaz para romper con el hastío de la rutina. Por ello, no malgastes tu vida, inviértela, y decide hoy servir a Cristo.
  • Por último te propongo que en un día cualquiera haz de cuenta que celebras algo y realiza las mismas cosas que harías si en realidad hubiera un motivo.
Cerrando todo lo expuesto, te aconsejo que no esperes que alguien haga las cosas por ti, porque el único responsable de tu vida “eres tú”; nadie hará las cosas por ti.

Descubre que es lo que te detiene para disfrutar más de tu vida. Pregúntate ¿estoy viviendo la vida que quería? ¿Me estoy acercando a mis objetivos? Si no, es hora de que hagas algo al respeto, de que tomes acción inmediata y comiences a disfrutar la vida, ya que, después de todo, para eso naciste. 

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